Opinión

El final de los Castro

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24 de abril de 2018, 4:00 AM
24 de abril de 2018, 4:00 AM

Hace cerca de una década, un alto funcionario del Departamento de Estado de Estados Unidos predijo que la dinastía Castro, en Cuba, no tendría un final político sino biológico, la muerte o retiro de los caudillos por efectos de la edad y el deterioro físico y mental que esto supone. 
Tal como se predijo, a la muerte de Fidel le sigue ahora la retirada estratégica de Raúl y la transmisión del mando político de la isla a Miguel Díaz-Canel. 

no se trata, empero, de un movimiento que traduzca con cierta fidelidad las expectativas del pueblo cubano cansado de la miseria y la opresión de los Castro, se trata solamente de un movimiento por el que un joven allegado al círculo de poder que orquestaron los dictadores por más de medio siglo, asciende en la escala de mando sin ninguna pretensión clara de cambiar las cosas, el  “viva la revolución socialista” que cerró su discurso puso las piezas en su lugar; la revolución sigue pese a su obvio fracaso.

Sucede sin embargo que la Cuba que recibe Díaz-Canel está muy lejos de ser la Cuba que asumieron  los hermanos Castro. Han pasado 59 años de la insurgencia que llevó al poder a Fidel y más de una generación devorada por la rutina socialista, en el camino todo el impulso revolucionario solo se tradujo en discursos de uno de los más grandes oradores de toda la historia, pero nada más, la revolución archivó las románticas promesas de bienestar y felicidad eternas y se transformó en una dictadura secante, despiadada e implacable, precedida de una sucesión indefinida de frustraciones que, al final, mostraron el verdadero rostro de una utopía que fracasó en todo el planeta.

El nuevo jefe de Estado llega por la propia inercia del poder castrista y en un momento donde los históricos hermanos alcanzaron el límite de sus posibilidades históricas (y biológicas), la otra cara de la moneda deja ver que el pueblo cubano alcanzó también el límite de su estoica resignación. Si él no cambia la Cuba actual, lo más probable es que la Cuba de hoy decida cambiarlo a él  en un futuro no muy lejano. Muchas primaveras latinoamericanas se vislumbran en el horizonte.

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