Opinión

El estandarte de la libertad de prensa

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4 de mayo de 2018, 4:00 AM
4 de mayo de 2018, 4:00 AM

Se ha pretendido asfixiar la libertad de prensa, se busca alinear la información para que no vulnere los intereses de los que ostentan circunstancialmente el poder. El escenario es más oscuro en 2018, tanto en Bolivia como en el resto del continente. Sin embargo, las presiones no han mellado la fe que tiene la ciudadanía en el periodismo independiente, que se juega por la búsqueda de la verdad.

De acuerdo con el mapa del estado de la libertad de prensa en el mundo, elaborado por la organización Reporteros Sin Fronteras, los países sudamericanos muestran ‘problemas perceptibles’, con excepción de Chile, Uruguay y Surinam; mientras que Colombia y Venezuela cruzaron la línea y están en la clasificación de países con dificultades para la libre información. El contexto regional es adverso.

En Bolivia, la realidad actual debería ser de alta preocupación para los ciudadanos y para las instituciones. Nuestro país ha retrocedido cuatro puestos en libertad de prensa, con relación al año pasado. Ocupa el puesto 110 y es el último en la clasificación de países con problemas perceptibles, ya que el siguiente nivel es de los que tienen situación difícil. La Asociación Nacional de la Prensa ha tenido que presentar una demanda internacional ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos por asfixia económica a medios, ya que ese es el método actualmente empleado por el poder para acallar las voces críticas que buscan la verdad.

Esta presión es evidente en casi todos los niveles. La propaganda gubernamental (nacional, de algunos municipios y gobernaciones) se utiliza como palo o zanahoria, premia a los medios que no critican y se niega a los que no callan aunque deban pasar apuros económicos en ese intento. Además, hay autoridades que, al encontrar contenidos no alineados con sus políticas y con sus prácticas, no dudan en agredir y hasta humillar públicamente a los reporteros.

Y, sin embargo, en medio de esta compleja realidad, es alentadora la lucha de la sociedad civil para preservar los derechos fundamentales, el respeto al ciudadano y a la democracia. El año pasado fueron los médicos que marcharon en las calles y también están las plataformas ciudadanas con sus protestas callejeras, así como otras agrupaciones que persisten para proteger los valores más sagrados de la convivencia en libertad y en paz. 

Esas voces son las que dan sentido a que los medios de comunicación y los periodistas independientes mantengan como estandarte la libertad de prensa, como un derecho inalienable, porque solo a través de la posibilidad de poner en evidencia los desequilibrios que hay en la sociedad, el hambre de los más pobres o la corrupción se puede aspirar a la construcción de un país digno y de una sociedad con valores. 
La lucha por la libertad de prensa no es una defensa de periodistas o medios de comunicación, sino es un principio que busca preservar que el ciudadano pueda expresarse sin miedo y sin castigo.

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