Opinión

El efecto perverso del proteccionismo de Trump

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8 de abril de 2018, 4:10 AM
8 de abril de 2018, 4:10 AM
El proteccionismo anunciado por Donald Trump y que implicará  alza de aranceles para productos chinos que ingresen al mercado norteamericano, tal vez tenga impacto en el corto plazo, pero a la larga creará un efecto perverso negativo para EEUU.


Desde hace décadas he reiterado en varias notas el concepto de “destrucción creativa” de Karl Marx, tomado luego por Werner Sombart y finalmente popularizado por Joseph Schumpeter en su teoría de la innovación. La destrucción creativa refleja el cambio suscitado por la aparición de nuevos productos que desplazan a los viejos. El automóvil sustituyó al caballo; de la misma manera (cada cual puede aportar sus ejemplos) los discos de vinilo fueron sustituidos por casetes, estos por el CD y luego por el mp3. Inventos y mejoras van extinguiendo a una generación anterior. El proceso trae progreso, al margen del daño que sufren sus víctimas involuntarias.


La destrucción creativa se mide por los niveles de crecimiento y/o de acumulación de capital, por nuevas formas de servicios, modificaciones técnicas, etc. La innovación resultante provoca un cambio cualitativo. La ventaja que siempre tuvo Estados Unidos ante potenciales  rivales  radicó en su capacidad de generar destrucción creativa mediante constantes innovaciones que gestaban un desarrollo continuo y ascendente.


Por lo general, las sociedades abiertas estimulan innovaciones y las cerradas son reacias a los cambios Al no ser incluyente ni tener aparentemente capacidad de innovación (solo copiaba de otros) se pensó que  el crecimiento chino tarde o temprano decaería. Sin embargo, en esta última década China ha demostrado tener innovación propia y ahora el incremento arancelario propuesto por Trump  la incentivará. Al ser presionados por tarifas aduaneras los chinos obligadamente  cambiarán y abandonarán la cómoda labor de imitar; crecerá su capacidad de innovación y por ende habrá mayor destrucción creativa. Ese proceso irá en contra de los intereses económicos de  EEUU. Los “genios” de Washington no consideraron  que una guerra comercial incentivaría en Beijing la  innovación para el desarrollo explicada por Schumpeter un siglo atrás. Es más, en el futuro el liderazgo mundial no será militar; estará en manos de quien lidere el cambio tecnológico. Todos pensaron que ese ámbito sería eterno monopolio estadounidense. Ya no será así, hay temporada abierta para quien innove más y China podría tomar la delantera.
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