Opinión

El MAS en su laberinto

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17 de julio de 2018, 4:00 AM
17 de julio de 2018, 4:00 AM

El juicio a Carlos Mesa ha puesto en evidencia el agotamiento del régimen a la cabeza de Evo Morales. Su férrea oposición a los movimientos ciudadanos, sus veladas amenazas a la oposición, sumada a los arrebatos racistas del vicepresidente y  el coro de argumentos sin sentido de la bancada oficialista, lo único que le dejan al país es la certeza de que en las profundidades del MAS se experimenta la incómoda sensación de que el fracaso de su modelo los ha llevado a un callejón sin salida: no pueden seguir en el poder pero tampoco pueden dejarlo.

No pueden seguir manejando Bolivia porque cada vez se hace más evidente que todos sus esfuerzos y las ingentes cantidades de dinero ingresado al país no dieron los resultados esperados. En vez de una nación indianizada lo que finalmente tienen es una nación occidentalizada, una nueva burguesía chola, una clase media poderosa y una identidad occidental muy lejos de los folclorismos que rodean el ejercicio masista del poder. La nueva sociedad civil que le hace frente a propósito del 21-F les ha mostrado que a pesar de todos sus desvelos, tienen en frente una nación burguesa que aspira ser como toda sociedad capitalista, una colectividad de hombres libres sin ataduras a la rémora de un mítico pasado ya superado.

Pero tampoco pueden renunciar a su vocación continuista, no solo porque el quantum de corrupción les ha llegado al cuello y terminaría ahogándolos, sino porque además, el ejercicio prolongado del poder los ha transformado en una oligarquía conservadora. En el fondo ya no les interesa el proyecto que, a la sazón, hace mucho se derrumbó, les interesa detentar el poder por el poder, cueste lo que cueste, síntoma claro de que ya no pueden ofrecerle nada nuevo a la sociedad boliviana.

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