Opinión

El Gobierno y la economía real

El Deber logo
15 de mayo de 2018, 4:00 AM
15 de mayo de 2018, 4:00 AM

El optimismo gubernamental por el desempeño de la macroeconomía en el primer cuatrimestre es llamativamente alto y contrasta con el desaliento de la dirigencia empresarial. En una amplia entrevista con EL DEBER, el líder del gabinete económico, Mario Guillén, ha remarcado que hasta inicios de mayo el PIB creció un 4,5%, lo que anticipa el posible pago del doble aguinaldo, uno de los mayores dolores de cabeza de la estructura de costos de las pequeñas, medianas y hasta grandes empresas.

Sin haber transcurrido la mayor parte de 2018 y sin tener la certeza de que se crecerá en el nivel decretado para el desembolso, el presidente acordó con la COB la reposición del doble beneficio navideño. El convenio conduce a suponer que podría prevalecer una decisión política en vez de una razón técnica para sostener el pago en plena etapa preelectoral. Las empresas se quejan de haber afrontado en los últimos tres años una desaceleración del crecimiento y, en ciertos casos, incluso hablan de crisis. El bajón fue evidente, sobre todo en 2017, por el efecto de la caída de las exportaciones gasíferas. También se ha podido constatar un incremento del déficit fiscal y de la brecha comercial. El desempleo subió levemente, según cifras oficiales, aunque la inflación se mantuvo baja. Además, se constató una reducción de las reservas internacionales del Banco Central y una ligera, pero aún soportable, alza del endeudamiento externo.

El optimismo del ministro de Economía se basa en que durante los primeros meses de 2018 crecieron los volúmenes de gas exportados a Argentina y Brasil, aunque el precio está lejos de acercarse al mejor momento. La autoridad asegura que a mitad de año aumentará el IDH para las regiones, se sentirá un mayor ritmo de ejecución presupuestaria y ya subieron las recaudaciones impositivas. Por último, informó de que las utilidades de las empresas se elevaron un 26% respecto a la primera parte de 2017 y nacieron más empresas.

Esta sensación de mejora no sintoniza con el descontento empresarial. La realidad muestra en el día a día a un sector formal golpeado y que se queja del ahogo impositivo, de la reducción de sus plantillas laborales para encarar con alguna chance sus obligaciones sociales o que prefiere entrar a la informalidad. Es realmente dudoso hablar de un aumento de utilidades en el grueso de las unidades privadas, que son mayormente pymes y microempresas.

Se entiende que el Gobierno eluda esta percepción o que impulse expectativas que no corresponden a la realidad económica, ya que hemos ingresado a una prematura electoralización. Sin embargo, es muy arriesgado limitarse a esa estrategia, ya que en algún momento la realidad puede derrumbar el relato oficial. Corresponde, en consecuencia, que el Ejecutivo busque rápidamente alivio para las empresas formales y tome acciones de reactivación productiva, que contemplen una agresiva apertura de mercados internacionales. 

Tags