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10 de noviembre de 2017, 4:00 AM
10 de noviembre de 2017, 4:00 AM

La imagen del guerrillero barbudo se difumina. Para muchos fue un invasor, el Agustín Gamarra del Siglo XX, y varios publicaron artículos condenándolo como causante de medio centenar de muertos bolivianos. Otros realzan la memoria del comunista que luchó hasta morir por los pueblos oprimidos.

¿Por qué vino a Bolivia? ¿Quién decidió su suerte? ¿Quién ordenó su ejecución? ¿Fue la CIA, fue el general René Barrientos? Son preguntas que se mantienen sin respuestas contundentes en tantísimas biografías y estudios, y así seguirán por mucho tiempo. En lo único que parecen coincidir todos, amigos y adversarios, es en reconocer la coherencia de pensamiento, profesión y acción de Ernesto Che Guevara, asesinado a los 39 años en el sureste boliviano, rodeado de leales camaradas. ¡Era un hombre único! El disparo físico fue como un bumerán para generar la interminable leyenda, la melena, los ojos, la mirada más allá de la muerte.

Quienes se han encargado de rematarlo no son los marines ni los de la Triple AAA, son los gobernantes del socialismo del siglo XXI que han convertido el ¡Patria o muerte, venceremos! en ¡Patria o muerte, beberemos! Y han modificado la palabra Revolución en ‘Robalución’. Los homenajes en el sitio de su muerte fueron caóticos, desordenados y demagógicos, un espejo.

Desde la Patagonia con el esquema Kirchner que enlodó inclusive al otrora prestigioso activismo por los derechos humanos, con crápulas encargados de los contratos a amigos y testaferros y un vicepresidente playboy y de dudoso enriquecimiento repentino. En su Argentina natal se forjó el modelo de los nuevos ricos socialistas.

Bolivia disputa a Venezuela las noticias de los grupos de poder atrapados en la corrupción, el sexo, las drogas- tanto para consumir como para distribuir-, la violencia doméstica, la acumulación del capitalismo más salvaje. El ideal femenino está muy lejos de la guerrillera de boina negra porque las portaestandartes del proceso de cambio, desde la ex primera dama, quieren ser rubias, divas y glamurosas.

¿Acaso Franz Pari, su padre, su esposa, su amante, son originales? Son un estereotipo que vemos todos los días en muchas oficinas públicas, donde lucir dinero, pagar farras, alquilar mujeres, son las nuevas boinas rojas para vencer al enemigo neoliberal. Hay muchos Pari, incluso con notable parecido físico, hasta en el peso y en el corte de cabello. ¡Miren las figuras del narcoasesor del comando Che Guevara, la del narcohijo o la del narcofutbolero y comprenderán lo que afirmo!

Un socialismo que soporta de todo, incluso un presidente que se apropia del nombre del patriota Augusto C. Sandino, acusado de violar a su hijastra y también a otra menor de edad. ¡Y gana las elecciones!

Dejaron sin argumento a la Fiesta del Chivo, a Yo, el Supremo o al Otoño del Patriarca. Dejaron sin esperanza a las nuevas generaciones, a los idealistas y poetas. Como aconseja Evo Morales, mejor ni entrar a la ‘U’, para qué perder tiempo en el conocimiento.

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