El Deber logo
15 de noviembre de 2018, 4:00 AM
15 de noviembre de 2018, 4:00 AM

La perfección no existe y menos cuando se trata de impresos. Quienes trabajamos en la industria editorial nos sorprendemos cuando nos encontramos un texto que habíamos revisado bien, pero que, al final, sale impreso con algún error.

Hace años, cuando las planchas de imprimir se armaban manualmente, letra por letra y palabra por palabra, los compañeros tipógrafos hablaban de duendes, misteriosos seres que aprovechaban la soledad de los talleres para salir sin ser vistos y cambiar una letra… una línea. Era la única manera de explicar los errores que aparecían en los productos finales.

La verdad no tiene nada de sobrenatural. Sin importar cuánta atención ponga una persona a un texto, este puede presentar errores que el ojo humano es incapaz de percibir. Lo que ocurre es que la mente no solo lee palabras, sino también ideas, así que, si falta algo o algunas letras no están en el orden correcto, el cerebro simplemente ordena las cosas, pero… mentalmente. Así, cuando dejamos una preimpresión seguros de que está todo bien, no nos percatamos que, en realidad, estamos dejando pasar algún error.

Explico esto a propósito del error que cometió el diario La Razón en la separata de homenaje a Potosí, en cuya tapa publicó una fotografía de Sucre en lugar de poner una de la Villa Imperial. El equívoco fue duramente criticado por el gobernador potosino y ameritó disculpas del medio. “Errar es humano”, dijo el gallo bajándose de la pata y esta le contestó que “perdonar es divino”. Sarcasmos aparte, lo verdaderamente serio de este asunto es que es una muestra de la desventaja que es para los diarios el renunciar al corresponsal.

Corresponsal es el “periodista que habitualmente y por encargo de un medio envía noticias de actualidad desde otra población o país”, se convierte en los ojos y oídos del medio del cual depende. Como vive en el lugar del cual envía informaciones, sabe lo que pasa allí y es una pieza clave a la hora de armar suplementos, como el que confundió a Potosí con Sucre.

La difícil situación económica por la que atraviesan muchos diarios ha determinado que algunos renuncien a tener corresponsales en ciertas ciudades y eso ha incrementado el margen de error. La solución a estos casos es el “enviado especial” o bien encargar el trabajo a alguien que conozca bien el lugar del cual se escribe.

Cualquier cosa es mejor que papelones que quedan impresos para la historia.

Tags