Opinión

Duele Nicaragua

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24 de abril de 2018, 4:00 AM
24 de abril de 2018, 4:00 AM

Las protestas sociales desatadas en Nicaragua contra una polémica reforma del seguro social impulsada por el Gobierno del presidente Daniel Ortega han dejado un saldo de más de 20 muertos y decenas de heridos. Entre los muertos está el periodista Ángel Gahona, quien cayó por un letal disparo mientras transmitía en vivo las protestas contra el Gobierno nicaragüense. 

Las medidas de ajuste afectan a empresas de todo tamaño, a trabajadores y a ancianos que ven mermados sus ya magros ingresos.
Como bien ha planteado el escritor nicaragüense y flamante premio cervantes de literatura, Sergio Ramírez, las decenas de víctimas perdieron la vida por pedir justicia y democracia en un país sumido en la pobreza, la asfixia económica y el autoritarismo.

La situación en Nicaragua es tan grave que varios países han pedido a sus ciudadanos dejar el país en las próximas horas por temor a un recrudecimiento de la violencia. 

La crisis se explica, entre otros factores, por el agotamiento del régimen sandinista, que en los últimos años no logró controlar la falta de recursos, el aumento de precios de los combustibles y el desabastecimiento de productos de primera necesidad.

La protesta estalló en las aulas y pasillos de las universidades públicas, donde los estudiantes resolvieron recoger el malestar de millones de nicaragüenses cansados con un estado de situación insostenible. 

“Miles de jóvenes siguen luchando, sin más armas que sus ideales, porque Nicaragua vuelva a ser República”, alertó Ramírez durante el discurso de recepción del ‘Nobel de literatura en español’.

Si bien Ortega anunció la derogación de las reformas impositivas, la convulsión continúa debido a que en el fondo está el malestar contenido frente a un Gobierno incapaz de resolver los grandes problemas de los nicaragüenses: pobreza, desempleo y corrupción.

Se trata de las mayores manifestaciones contra Ortega en los 11 años que lleva al frente del poder en medio de denuncias de autoritarismo por parte de la oposición. La crisis de Ortega también se inscribe en el declive de los gobiernos del denominado socialismo del siglo XXI, con graves implicancias para Bolivia y Venezuela.

En los últimos días se han producido saqueos de supermercados, detenciones ilegales y graves hechos de violencia que preocupan al mundo entero.

La violencia generó respuestas de consternación de la comunidad internacional, con llamados a la calma y al respeto de los derechos de manifestación por parte del papa Francisco, la Unión Europea, Estados Unidos y México. El Gobierno boliviano, aliado ideológico y político de Ortega, no se ha pronunciado al respecto y mantiene su respaldo al Ejecutivo centroamericano.

Ojalá los nicaragüenses encuentren el camino para frenar la violencia y hallen una salida por la vía del diálogo y la concertación. El Gobierno de Ortega tiene la palabra.

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