Opinión

Dormir en una cápsula

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23 de junio de 2019, 4:00 AM
23 de junio de 2019, 4:00 AM

En los días fríos no barro el canchón de mi casa, porque mi suegra duerme hasta tarde y no se da cuenta. A la hora del café de la siesta, ya despierta. Le gusta tomarse un cafecito con cuñapés, servicio que le hago diplomáticamente. A manera de conversación le comenté que en La Paz ahora hay teleféricos que vuelan sobre la ciudad. - ¡Bah!, gran cosa.

Los paceños siempre vivieron volando porque no bien llegabas al aeropuerto dabas tu dirección y el taxista pregunta ¿A qué altura la llevo? No puej, queriendo volar en un taxi, disque, ya es mucho, me dijo. Le expliqué a mi adorada madre política que ahora hay un hotel al que uno llega y lo meten en una especie de cápsula espacial. Disque ahí duermes tranquilo porque cuenta con televisión, caja fuerte, espejo, ventilación y un montón de perendengues.

Ella me dijo que no había nada mejor que la hamaca, que la mejor cápsula es la hamaca. Ahí ella duerme tranquila, de ahí ve la tele de su cuarto y no necesita ventilación porque, en la intemperie es siempre fresquito y “podés peerte a tu gusto”, textual. No quise entrar en detalles, menos en aclararle algo, porque mi doña se pone brava y este sujeto cuida sus costillas, porque a mi suegra no le gusta que le corrijan, no permite que le lleven la contra, que le oculten algo, que le mientan siempre y menos que no la lleve al estadio, ingratitud que a veces me invade, pese a que ella es la que paga las entradas y las cervezas del posencuentro.

Sin duda alguna, está feliz ante la posibilidad de que reciba más platita de su bono Dignidad, pero lo que le indigna superlativamente es que Evo haya sido habilitado para volver a candidatear. “Es como si a usted le aceptaría ser polígamo con derechos y obligaciones constitucionales”. Aclaró que era solo un ejemplo porque sabe que yo tengo un solo amor, que es su hija.

Luego ya no hablamos más. Se acomodó, chinelas y todo en su cápsula tejida en Concepción, empezó a ventearse con su baquitú y yo me fui alejando, pensando en lo raro que debe sentirse uno, dentro de una cápsula para dormir. “Debe ser como viajar durante dos horas, parado en micro al mediodía en el verano”, pensé.

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