Opinión

Don Gamaliel Churata

El Deber logo
18 de febrero de 2018, 20:17 PM
18 de febrero de 2018, 20:17 PM

Cuando era joven y vivía en la ciudad de La Paz, entre los amigos poetas y escritores circulaban nombres de algunos escritores de culto. Uno de los más recurrentes era el de Gamaliel Churata, seudónimo del escritor peruano Arturo Pablo Peralta Miranda (1897-1969), especialmente su poemario El pez de oro, publicada en la capital paceña en 1957, era muy difícil de encontrar, si acaso pudimos leer algunos poemas suyos en revistas literarias. Toda una revelación.

Si bien Churata nació en Arequipa, Perú, pronto su familia se estableció en Puno, donde se convirtió en uno de los líderes del movimiento cultural Orkopata que pretendía rescatar el espíritu andino para insuflar a la poesía de su esencia americana: “La literatura puede ser un camino revolucionario para rectificar los errores de la historia”, afirmaba Churata. En 1917 tuvo que exiliarse por sus idean políticas y se fue a radicar a Potosí, que vivía una efervescencia cultural que se manifestaría en el colectivo Gesta Bárbara (1918), del cual Churata fue de sus fundadores junto con Carlos Medinaceli, María Gutiérrez, Alberto, José Enrique Viaña, Armando Alba y otros intelectuales y artistas que publicaron una extraordinaria revista con el mismo nombre del grupo, esta publicación tuvo una vital importancia en la creación de la vanguardia literaria boliviana. Después de algunos años Churata retornó a Puno, pero en 1932 salió otra vez exiliado y esta vez se estableció en La Paz, para luego retornar a Perú en 1965.

Hace unas semanas, encontré en la librería de Peter Lewy, el libro Khirkhilas de la sirena, un poemario inédito de Churata en una edición de la investigadora Paola Mancosu, quien nos informa que Khirkhilas sería un neologismo de Khirkhi que es una composición poética acompañada de un charango hecho con la coraza del Khirkhinchu. Se trataría entonces de coplas o de canciones populares. 

“No te ve; / pero te llevo en mí/ tan en silencio/ que nutres mi silencio/. // Hacia las sombras/ las raíces distingo; / me aferra tu latido/ y bautiza mi lágrima// Sabrán al fin, / un día/ quién eres/ o qué fuiste// Las nubes se nutrieron / en tu ubre; / y hay cielos ya / que besos no lluevan/ de tu ubre”, nos dice en uno de sus poemas el acaso olvidado poeta que está siendo reivindicado en Bolivia como en el Perú, reeditando sus obras, publicando manuscritos inéditos, así como eruditos ensayos que buscan interpretar una obra necesaria en estos tiempos de descolonización, muchas veces solamente folclórica.

Tags