Opinión

Doble aguinaldo electoral

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18 de octubre de 2018, 4:00 AM
18 de octubre de 2018, 4:00 AM

Nuestro gobernante presiente que se le oscurece el sol, que la luna se le esconde, que su sueño se convierte en penumbra ¿De qué le sirve la vida si se le esfuma el poder? Vino para quedarse para siempre y es suyo el palacio, pero la gente no lo quiere y la cantaleta del 21F lo tiene sin vida. Como fantasma, se le aparece en todas partes y le grita hasta en el silencio. De todas maneras, está decidido a quedarse y se aferra con uñas y dientes al trono tan bello. Por eso acaba de prometer un segundo aguinaldo a los trabajadores. Es pacto con el diablo. Es coima a lo invisible.

Hay termómetros para tomar la temperatura a la economía. Pregunte usted cuánto sufren para sobrevivir las empresas grandes y las chicas. Pregunte cuántas han cerrado en este año y en los anteriores. Pregunte cómo está el mercado inmobiliario. Averigüe cuánto vendía diariamente un supermercado hace seis años y pregunte por qué hoy venden menos de la mitad. Investigue cuántos automóviles se vendieron en la Expo de años anteriores y por qué este año compraron ahí solo uno de cada diez de hace unos años. Hágalo y se topará de frente con el fantasma de la crisis. Verá que no hay dinero y que el movimiento comercial se detiene poco a poco. En la acera del frente de la realidad, el INE, con su varita mágica, nos cuenta que generamos riqueza a raudales, producimos sin parar, tenemos más dinero que nunca. Con la misma facilidad que hicieron desaparecer 300.000 habitantes de Santa Cruz, con el mismo rigor científico, ahora esconden el hambre y aseguran que solo hay bonanza.

Una empresa, grande o pequeña, experimentada o recién nacida, tendrá que pagar en los últimos días de diciembre más del 20% de sus costos laborales de todo el año. Infinidad de pequeños talleres sufren y hacen milagros todos los meses para cubrir la planilla ¿Qué harán cuando les ordenan pagar tres planillas juntas? Quien ha manejado alguna vez una empresa sabe que no es fácil. Ni el presidente ni el coro que lo rodea lo han hecho nunca, pero aprietan el ingenio de los empresarios para hacerlos pagar el voto de la COB.

El MAS se gloría de haber establecido la economía más floreciente del continente. Están convencidos de que es su mejor logro. En sus discursos de media jornada no caben las cifras del crecimiento boyante que imaginan. Ciertamente, hemos tenido largos años de recibir un inmenso caudal de divisas por la exportación de gas natural. De entonces hay fortunas increíbles que gastan sin límite, pero no por eso ha crecido la producción, ni la capacidad de generar recursos. Cuando en el mercado internacional bajaron los precios de los hidrocarburos, nada suplió los ingresos faltantes y empezó a tiritar la economía. Ni las canchas de pasto sintético, ni los grandes estadios, ni los museos y palacios presidenciales, ni las industrias que nunca pudieron ponerse en marcha, ni la publicidad gubernamental, contribuyen a aliviar la pobreza creciente. No sirven para disimular la parálisis progresiva de la economía.

Necesitan con desesperación que hasta los pequeños talleres de costura aporten un aguinaldo por cada trabajador. Lo necesita el Jefe, que es más importante que la salud, que la producción, que la educación. Saben que la medida trae más pobreza. Qué importa, si está en juego el sillón presidencial. Se aferran al poder, aunque haya que destrozar la incipiente producción que ha puesto en marcha la iniciativa privada, aunque se lleve al país a la quiebra.

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