Opinión

Diplomacia al garete

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21 de julio de 2018, 4:00 AM
21 de julio de 2018, 4:00 AM

Cuando escribo esta nota S.E. está de visita en La Habana. Lo cierto es que no me extrañó, pero me causó pesar. S.E. se ha ido a la Isla a participar en el XXIV Foro de San Pablo, donde asistirán intelectuales y dirigentes políticos. No sabemos cuántos mandatarios estarán presentes en Cuba, pero suponemos que pocos, dado el estado cataléptico del Foro. Mas para buscar un apoyo a su candidatura bien vale gastarse algunos galones de combustible del Falcon y no oír el mortificante: ‘Bolivia dijo No’. 

Rusia, Holanda, China, Vaticano, Cuba, en un mes, demuestra que S.E. viaja sin ton ni son, que va donde quiere. No pide permiso al Congreso ni le rinde cuentas, porque esa norma la ha eliminado la mayoría masista; menos le va a consultar algo al señor Huanacuni, si antes ni siquiera invitaba a viajar a Choquehuanca, el Metternich masista. 

No existe un calificativo para señalar cómo un país puede llamarse tal sin tener un servicio exterior. Ya los romanos (contra quienes según S.E. tuvimos guerras victoriosas) tuvieron grandes diplomáticos. Y ni qué decir de franceses, ingleses, españoles, portugueses, rusos, que salvaguardaron a sus naciones gracias a manejar el arte de la persuasión, el lenguaje claro, y de conocer bien cuáles eran los intereses de sus naciones.

Si este régimen no sabe hacia dónde va Bolivia, estamos muy mal. O si, decididamente, ha optado por el camino errado. Ambas situaciones están presentes en la diplomacia del ‘cambio’. El régimen se dice democrático, pero es un enamorado de las dictaduras y satrapías; se califica como cruzado de la ‘cultura de la paz’ y apoya a quienes reprimen, además de que predica la guerra interna; se dice defensor de la ‘madre tierra’ y no tiene reparo con ampliar los cultivos de coca y alentar los avasallamientos de quienes ignoran la agricultura del trópico; dice proteger los derechos humanos y mata. Y quieren que S.E. sea un líder mundial con algunas baratijas discursivas, como eso de la ‘ciudadanía universal’, que suena bonito, pero que luego de 12 años les provoca sopor a todos.

Bolivia entró feliz al ALBA, que, sin los ingentes millones de Chávez, ya está en agonía. El despropósito fue pretender crear una contrapartida al ALCA, apadrinada por EEUU. El ALBA nos hizo perder dinero y tiempo, aunque S.E. ganó algunos aplausos atacando al Imperio. Unasur, compuesta por 12 estados sudamericanos, ha quedado reducida a seis (los más pobres) y ya en Ecuador van a hacer de su sede un colegio. S.E. construyó en Cochabamba el pomposo Parlamento Suramericano y solo se han reunido ahí algunos ‘socialistas’ para entonar canciones contra los gringos. Unasur está sentenciada a muerte como el ALBA. Y la Celac es otra de las grandes ideas de los populistas para dejar fuera de juego a EEUU, donde solo participan países latinoamericanos y del Caribe, que tuvo como meta reemplazar a la OEA, lo que no es sino un soberano disparate.

¿Qué hacía la diplomacia nacional alentando y gastando dinero en estas boberías? Nada más que seguir las órdenes de S.E. que escuchaba mucho más a Castro y a Chávez que a Choquehuanca, que en 11 años de canciller nunca aprendió el tema. Esto en vez de preocuparse por la Comunidad Andina, Mercosur o la Alianza del Pacífico. O por los acuerdos económicos con Norteamérica y Europa. Pero primero estaba la política revolucionaria junto a unos nostálgicos del guevarismo, lejos de aproximarse a los grandes mercados.

La demanda marítima en La Haya ha sido un acierto, pero los ataques verbales de S.E. contra Chile están provocando un ambiente irrespirable que nos puede perjudicar mucho cuando se conozca el fallo. Pobre diplomacia al garete, que se quedó apoyando a Siria, defendiendo a Maduro, con embajadores que desconocen el oficio. 

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