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23 de abril de 2019, 4:00 AM
23 de abril de 2019, 4:00 AM

El proyecto político que propongo se llama Democracia de eLectores, consiste en leer la realidad política, social, barrial, vecinal, familiar, identificar las patologías sociales, culturales, económicas leyendo, desde sentido etimológico de leer: buscar, elegir, decidir, para encontrar los mecanismos, libros en diversos formatos y de distintas temáticas, que nos guíen en el momento histórico que vivimos como país y continente. La clave de esta inflexión en la historia es la reflexión desde la lectura, porque como dijo la poeta Jéssica Freudenthal, el lector es un eLector.

Aquí no hay partido, porque todo es compartido, las acciones del proyecto que les propongo consisten en exigirle al Gobierno un plan nacional de lectura, con competencias y recursos descentralizados para contratación de mediadores de lectura, bibliotecarios, psicopedagogos, escritores, filólogos, sociólogos, actualización bibliográfica y equipamiento de dichos espacios, capacitación de los bibliotecarios y profesores.

El gobierno de turno lanzó el 2013 una Ley del Libro y luego envió a los funcionarios de las provincias a una campaña de donación de libros, ¿paradoja o ‘nomeimportismo’ respecto al libro, la educación y la lectura? Nuestra cruzada será gestionar y exigir a los tres niveles de gobierno (nacional, departamental y municipal) la compra libros para las bibliotecas públicas, crear un sistema de bibliotecas escolares, equipar las bibliotecas de los módulos educativos de todo el país, asignando ítems fijos para actualización anual de libros y sueldos de los profesionales. Nuestra lucha para profundizar la democracia es exigir que se cumplan estas necesidades básicas para el aprendizaje y la educación del pueblo boliviano, que se descentralicen los recursos y competencias para educación, salud y cultura (ejes del desarrollo humano).

Bolivia y la mayoría de los países Latinoamericanos necesitamos actualizar la administración política y de lo público, generar sistemas de transparencia y rendición, que las decisiones se basen en investigaciones realizadas por los mismos cuerpos universitarios, no así por alguna empresa adherida al partido de Gobierno, los bonos de educación no resuelven los problemas estructurales. Al respecto, Margaret Mead, reflexiona sobre las voces generacionales y la cultura política, en 1980 expresó claramente: “Los jóvenes que leen constituyen, probablemente, la metáfora del cambio social por venir”, sus planteamientos giran en torno a la transformación de las culturas en tres etapas que configuran una sociedad: partiendo de la lectura de lo prefigurativo, posfigurativo y configurativo, estas tres etapas están marcadas por quién ‘tiene’ el poder y cómo el pueblo que otorga ese poder, concibe su poder otorgado, es importante recordar que el poder es del pueblo y quien lo ‘tiene’ es un simple empleado público, llámese presidente, vice, ministro, director, coordinador, consultor, etc.

Todos tenemos la responsabilidad de cultivar este poder, un modo de hacerlo es contextualizar las lecturas que realizamos, nuestros oficios y profesiones elegidas; recordemos que todas las áreas del conocimiento y profesiones son afectadas por los hechos políticos. El profesorado latinoamericano no puede ser indiferente a ello, cualquiera sea su área, la lectura y la política atraviesan nuestras vidas, hasta Einstein, Marie Curie lo sabían, porque cada cierto tiempo en la historia humana, hay una crisis que se agudiza cuando acechan los autoritarismos de izquierdas y derechas.

En estos momentos es importante y urgente ahondar la democracia desde la lectura, en nuestros diálogos y reflexiones diarias, desde una red de lecturas para formación política (no de ideología), la democracia no es asunto de urnas, ni de elecciones, sino de análisis de la realidad que nos interpela constantemente; estamos llamados a vivir la democracia de electores con discernimiento de la información a la cual estamos expuestos.

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