Opinión

Democracia afectada en América Latina

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23 de diciembre de 2017, 4:00 AM
23 de diciembre de 2017, 4:00 AM

Perú llegó al borde del precipicio. Un proceso abierto en el Congreso por el caso Odebrecht casi termina con el presidente Pedro Pablo Kuczynski. El manto de la corrupción y la maniobra artera del fujimorismo casi interrumpen un mandato constitucional sin un juicio bajo el debido proceso. 

El caso peruano no es más que un ejemplo de los retrocesos que está sufriendo la democracia en América Latina, asolada por gobernantes que buscan eternizarse en el poder, funcionarios salpicados por el mal manejo de la administración pública y por la falta de respuesta del sistema político a los grandes males de la sociedad todavía pendientes, como la prevalencia de la pobreza, el desempleo, la inseguridad y la falta de transparencia.

Ocurrió en Honduras, donde un Tribunal Constitucional habilitó al presidente Juan Orlando Hernández para presentarse en las elecciones del domingo 26 de noviembre, proceso teñido por la sombra del fraude electoral y la manipulación de parte del Poder Ejecutivo. 

Bolivia no se quedó atrás en este retroceso institucional que se está dando en la región, luego de la decisión del TCP del 28 de noviembre de habilitar a Evo Morales para que pueda presentarse en las elecciones presidenciales de 2019, desconociendo el mandato popular del referéndum realizado el 21 de febrero de 2016 y desoyendo la propia Constitución Política del Estado, que establece límites claros y concretos a la reelección presidencial.

Por razones igualmente reprochables, las violaciones a los derechos humanos, los atropellos contra los medios de comunicación y la neutralización de la oposición fueron la tónica este año en Venezuela, donde Nicolás Maduro y el chavismo se mantienen en su ambición de quedarse en el poder ad eternum.

La crisis de la corrupción por el caso Odebrecht también afectó a Ecuador, donde el vicepresidente, Jorge Glas, ha sido procesado y encarcelado por presunta corrupción. No es menos preocupante la situación en México, donde la acción de las organizaciones delictivas vinculadas al narcotráfico y la ausencia del Estado han llevado a la muerte de decenas de periodistas y a la censura en los medios de comunicación, afectando a la libertad de prensa, uno de los pilares de la democracia moderna.

Es cierto, la democracia tuvo avances en Argentina, Uruguay y Chile, donde se llevaron a cabo procesos electorales transparentes y se han ampliado los derechos ciudadanos, pero la preocupación de los latinoamericanos respecto de la democracia es creciente.
Mucho dependerá de la participación ciudadana, de la reforma de los partidos políticos y de la acción de la justicia y de los medios de comunicación para detener este proceso pernicioso que afecta a las instituciones y pone en riesgo uno de los valores fundamentales del desarrollo social: la vida en democracia.

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