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25 de mayo de 2019, 4:00 AM
25 de mayo de 2019, 4:00 AM

Después del enjuague político y la componenda vergonzosa entre el régimen masista y el contradictorio secretario general de la OEA, señor Almagro, el MAS se ha sentido absolutamente respaldado con la candidatura tramposa de S.E. Pero, además, los masistas hicieron coincidir el arribo de Almagro con la proclamación de S.E. en Chimoré, donde arrastraron, bajo pena de destitución, a los siempre desamparados funcionarios públicos. Por si fuera poco, se publicó una encuesta en La Razón, oficialista por cierto, donde los opositores aparecen bastante aporreados.

Una hemorragia de justificado placer, un verdadero orgasmo anticipado, tuvieron los masistas, para quienes, supuestamente, ha quedado tendida la cama hacia su victoria electoral en octubre, y asegurados cinco años más de carnaval derrochador y abiertas las puertas para nuevas reelecciones del dúo, que nos está llevando a la ruina.

En los cinco meses que faltan para las elecciones generales es posible que la situación de la oposición mejore, pero no muy probable, que es muy distinto. Habrá que esperar qué sorpresas nos dan los candidatos opositores una vez lanzada la campaña electoral, que no sea pelearse entre ellos. Si por fin se constituye un aspirante que dé la talla y que pueda congregar multitudes en las calles y plazas, captará el voto que se orienta hacia donde se junta la muchedumbre.

Es evidente que está faltando un mensaje contundente sobre los programas de los opositores. Algunos han anunciado sus intenciones, pero sin poder llegar a la población. Si este régimen es un desastre administrativo y cunde la corrupción, el programa opositor no puede asemejarse en nada a lo que sucede hoy porque estará perdido.

La ciudadanía espera a alguien que diga que se acaban las maldecidas elecciones judiciales, la mentirosa política gasífera producto de una nacionalización inexistente, que se dará verdadera guarra al narcotráfico, no a los cupos para las exportaciones, no a los abusivos dobles aguinaldos. Van a decirle a ese candidato que es de la derecha, ¿y qué? ¿No son derechistas tantos eficientes gobiernos en el mundo? ¿Acaso la derecha no es una opción tan válida como la izquierda? Hay que promover el libre mercado, la desaparición del intervencionismo estatal y el pleno respeto a los derechos individuales.

Bienvenida la derecha si nos va a salvar de la catástrofe que se nos puede venir encima si S.E. gana en octubre, porque insiste en su candidatura aberrante. Finalmente, ya sabemos que eso de izquierdas y derechas es algo relativo y confuso. Ahora hay que pensar en cuál postulante será más eficiente que el otro. Nada se va a conseguir con discursos reflexivos si es que se pretende quitarle ese 30% con que parte S.E. Eso está perdido porque es gente que no lee nada, ni oye y solo ve Bolivia TV cuando juega fútbol el candidato.

Hay que despojarse del estigma contra la “democracia pactada”. El MAS se inspira en las democracias populares del partido único de la vieja Europa del Este y de Cuba. No es así. Los pactos en democracia son vitales, saludables, y en Bolivia hubo pactos que resguardaron la estabilidad económica y democrática. Hay que pactar sin complejos buscando coincidencias, y sobre todo sin perder el mayor objetivo: S.E. no debe mantenerse en el poder.

Surgirá alguien que no le tenga miedo a los mitos de la izquierda guevarista, ni al populismo actual; alguien que trate de congregar en su entorno a los cientos de miles de indecisos que esperan algo nuevo pero contundente, que no sea la misma receta de lo que acontece hoy. Ese candidato, sin timideces, atraerá a los otros candidatos para ganar las elecciones.

Desde luego que los cruceños no vamos a dejarle el camino libre al masismo y, pese a lo que digan algunas encuestas en las que no creemos, en los meses por venir tenemos que demostrar que no estamos infectados por ellos y que nos vamos a desparasitar con el voto de la gente honesta.