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25 de abril de 2018, 4:00 AM
25 de abril de 2018, 4:00 AM

El  motivo expuesto por la mitad de los miembros de la Unasur para dejar de participar  en este organismo, fue el marasmo demostrado por los encargados en Bolivia de la presidencia pro témpore que fuera confiada al país por rotación alfabética de los miembros.

Seguramente hubo otros motivos, entre ellos los cambios políticos en varios países miembros de Unasur: Argentina, donde el kirchnerismo perdió el poder, y fue elegido Mauricio Macri, crítico a los ‘bolivarianos’. En Brasil, Dilma Rousseff fue reemplazada por Michel Temer, también opuesto al chavismo. En Chile, la coalición de izquierda de Michelle Bachelet perdió las elecciones, y su sucesor, Sebastián Piñera, también es crítico del neopopulismo. Colombia tiene muchos problemas con el gobierno de Maduro. Paraguay, tras la destitución del presidente Fernando Lugo, ha sido consistente en su posición adversa al chavismo. Y Perú cobija y alienta al grupo de países que reclaman el retorno de Venezuela a la democracia. 

La falta de democracia, la justificada desconfianza en la pureza de las elecciones venezolanas, las violaciones a los DDHH, la persistente intención del fallecido Hugo Chávez de aislar en el continente al ‘imperio’, seguramente fueron también  causas para el retiro de los países más grandes de Sudamérica. Sin embargo, es doloroso lo que afecta directamente a Bolivia: la acusación de que el retiro de los 6 países se debe a que se mostró dejadez e ineficiencia en la Presidencia Pro Témpore.

No es serio que, tras el anuncio del retiro, se convoque a las apresuradas, a una reunión de cancilleres de los países miembros del organismo, desentendiéndose de la causa en que basaron su actitud los seis países de nuestra región (Bolivia limita con cinco de ellos). Tampoco es responsable el escapismo para asumir lo señalado que afecta al país, ahora tan cercano al gobierno de Nicolás Maduro, que ha quedado en América del Sur con el singular apoyo del gobierno de Bolivia que lo defiende denodadamente.

No habrá muchos que sigan participando en Unasur sin condiciones. Este organismo para no disolverse, tendría que cambiar su orientación sectaria, apoyando, más bien, procesos democráticos y promoviendo las libertades ausentes en los gobiernos populistas. 
Y, si Unasur se disuelve, el edificio que se construye en Cochabamba como sede de su Parlamento, quedará como otro monumento al fracaso. 

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