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18 de febrero de 2018, 10:00 AM
18 de febrero de 2018, 10:00 AM

Para poder cambiar nuestro mapa mental, es imprescindible transitar el maravilloso camino del autodescubrimiento. Eso implica reencontrarnos y experimentar un despertar de conciencia que nos permita salir del modo ‘piloto automático’.  Tal y como cuestiono en el libro La vida es una piñata: ¿viviremos eternamente colgados de una cuerda, adornados por fuera, llenos de objetos colocados por otros? ¿Seguiremos a la espera de que una fuerza externa nos rompa a golpes? ¿A que nos bamboleen hasta quebrarnos, para que otros rían o lloren al descubrir lo que llevamos dentro?

A efectos de nuestro propósito de vida, la respuesta a esas interrogantes debe estar más bien orientada al autodescubrimiento como nuestro camino hacia la paz y la abundancia. Para ello, es necesario hacer un cambio de paradigma a través del concepto de la arquitectura del ser: un proceso de siete fases, la segunda de las cuales (después del nacimiento) es la domesticación, esto es, las creencias y hábitos aprendidos que muchas veces tienen una base incierta. Una vez que me descubro, es cuando puedo diseñar el Ser que quiero ser, rompiendo esquemas, soltando creencias y hábitos que ya no me sirven para mi misión o propósito de vida. De esta forma, evoluciono para actuar desde la consciencia y no en modo piñata o piloto automático.

Son múltiples los beneficios que aporta el auto-conocimiento y la auto-aceptación: te ayuda a expresar tu verdadera esencia, te permite transformarte cuantas veces sea necesario, te enfoca a descubrir tu propósito de vida, te proyecta a obtener plenitud, paz interior y felicidad y te facilita las relaciones con otros. Mientras más nos conocemos y nos aceptamos, más nos acercamos a nuestra condición humana, aquella que nos hace ser parte de un todo y que por encima de cualquier diferencia que nos pueda alejar del otro, nos acerca irremediablemente en esa comunión de almas que es la existencia humana. Desarrollamos más empatía con nosotros mismos y con nuestros semejantes, nos volvemos más compasivos y dejamos de juzgarlo todo. Es este el camino hacia el bienestar y la plenitud.

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