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21 de marzo de 2018, 4:00 AM
21 de marzo de 2018, 4:00 AM

En el único estudio sobre percepción de la calidad educativa realizado hace un par de años en nuestra ciudad comparamos la valoración de madres y padres de la educación fiscal, privada y de convenio, ocupando el primer lugar de valoración positiva las unidades educativas de convenio (un 42%); en segundo lugar, las privadas (un 39%) y las fiscales (con solo el 19%). 

Al profundizar acerca del porqué las unidades educativas de convenio tienen una mejor percepción, salta a la vista la alta valoración del involucramiento activo de las madres y padres, que, junto a sus hijos y el plantel docente, asumen la gestión educativa como suya, como parte del proceso de corresponsabilidad en la construcción de una real comunidad educativa desde las juntas escolares.

Al indagar sobre las juntas escolares, un 57% considera que son elegidas democráticamente y funcionan regularmente en las unidades educativas; solo el 49% considera que se ocupan de los aspectos pedagógicos, el 50% considera que intervienen básicamente en cuestiones administrativas e incluso el 44% considera que entorpecen el funcionamiento adecuado de las unidades educativas.

El 67% percibe que las juntas escolares coordinan con profesores y estudiantes, el 63% considera que valoran la participación estudiantil y el 52% que participan en el mejoramiento de la seguridad escolar y el medioambiente; sin embargo, se observa una percepción crítica, pues el 48% cree que debería cambiarse las juntas escolares por instancias que articulen a estudiantes y docentes constituyendo verdaderas comunidades educativas.

Sin duda este es uno de los mayores retos y probablemente el punto de partida para transformar el sistema educativo que debe pasar del actual enfoque centrado en el docente a uno centrado en los niños y adolescentes como sujetos de derecho que requieren que su educación no solo sea la adquisición de conocimientos, sino que sobre todo permita el desarrollo de procedimientos autónomos de pensamiento. No un profesor-emisor y un alumno-receptor, sino que el proceso sea bidireccional.

Nadie se educa solo, los seres humanos se educan entre sí mediatizados por el mundo. La educación es un proceso permanente en el que el alumno va descubriendo, elaborando, reinventando y haciendo suyo el conocimiento como parte del proceso de coaprendizaje y por tanto en el marco de la comunidad educativa, donde madres y padres de familia sintonizan con los profesores que acompañan para estimular el análisis y la reflexión, para aprender con y del alumno, para reconocer la realidad y volverla a construir juntos.

Es un modelo de experiencias compartidas y de interacción de estudiantes, docentes y padres de familia. El eje es el alumno. Las madres y padres coadyuvan y el profesor estimula, problematiza, facilita el proceso de búsqueda, para escuchar y asistir a que el grupo se exprese, aportándole la información necesaria para que avance. Se propicia la solidaridad, la cooperación, la creatividad y la capacidad potencial de cada alumno. Estimula la reflexión, la participación, el diálogo y la discusión.

Busca apoyar al estudiante y lograr que aprenda a aprender, razonando por sí mismo y desarrollando su capacidad de deducir, de relacionar y de elaborar síntesis. Le proporciona instrumentos para pensar, para interrelacionar hechos y obtener conclusiones y consecuencias válidas. Se basa en la participación activa del alumno en el proceso educativo y la formación para la participación en la familia y la sociedad, pues propone que solo participando, investigando, buscando respuestas y problematizando se llega realmente al conocimiento.

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