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10 de septiembre de 2018, 7:14 AM
10 de septiembre de 2018, 7:14 AM

Serena perdió la serenidad. La maravillosa reputación de la diva del tenis mundial quedó en entredicho tras haber acusado durante la final del US Open de “mentiroso y ladrón” a un árbitro que la sancionó. La nota más leída ayer en la edición digital de EL DEBER muestra a Williams fuera de sus casillas, una imagen extraña en este deporte limpio y elegante. Al margen del juicio de valor sobre la actuación del réferi, que Serena lo atribuye al machismo que ella combate frontalmente en su faceta ciudadana, ha sido penoso que el descontrol de sus emociones en una cancha opaque el título de su colega Naomi Osaka, una japonesa 17 años más joven que ella. Hay que saber perder, pero, sobre todo, no ensuciar la victoria de otra mujer con el protagonismo propio. Serena exige disculpas del árbitro, pero bien haría si da el ejemplo con su propia disculpa.

El famoso cineasta estadounidense Michael Moore acaba de presentar la polémica película Fahrenheit 11/9, que hace referencia a la fecha del triunfo electoral de Trump. En su nueva obra pregunta y trata de explicar por qué EEUU ha llegado a tener el presidente que tiene y dice estar esperanzado en que las próximas legislativas servirán para desmontar su poder. Son días incómodos para el mandatario republicano tras revelarse que tiene una fuerte “resistencia interna” en la Casa Blanca y después del durísimo discurso de Obama contra él. La política estadounidense se recalienta con una intensa campaña.

Pasaron 10 años de los hechos de Porvenir, que derivaron en la detención del exprefecto Leopoldo Fernández. Fue un momento crítico de la historia boliviana que ha causado heridas abiertas y cierto temor de que la violencia política vuelva en las muchas veces insensata lucha por el poder.

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