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19 de agosto de 2018, 9:11 AM
19 de agosto de 2018, 9:11 AM

En EEUU, más de 350 medios de comunicación se unieron editorialmente en defensa de la libertad de prensa amenazada, a su juicio, por la ‘guerra sucia’ de Donald Trump, que a menudo califica a los periodistas como ‘enemigos del pueblo’. En Bolivia se registró un hecho parecido en octubre de 2010, cuando cerca de una veintena de periódicos publicó su portada en blanco con apenas un mensaje: “No hay democracia sin libertad de expresión”. Fue una inédita y contundente protesta contra una ley violatoria de un derecho fundamental, impulsada por el Gobierno actual, que suele llamar ‘cártel de la mentira’ a medios que no siguen la línea oficialista y se resisten a doblar la cerviz.

 

El maltrato contra la niñez en Bolivia tiene adquirido formas y dimensiones espantosamente crueles que somete a criaturas indefensas al sufrimiento atroz cuando no les arrebatan el derecho a vivir. Un triple infanticidio en Cochabamba, más de una veintena de muertes de bebés por descuido de sus progenitores en El Alto desde enero y el alarmante incremento de recién nacidos abandonados en hospitales, baños y plazas en el primer semestre del año, muestran una realidad lacerante relacionada principalmente con la ausencia de valores y principios humanos. La violencia contra los niños empieza en casa y los convierte en víctimas inocentes de la falta de amor y de la maldad.

 

Un microbús atropelló y mató a siete bailarines que ensayaban en una calle de La Paz; en Vinto, municipio cercano a Cochabamba, un camión sin frenos chocó contra otros vehículos y una casa provocando la muerte de cinco personas. Fallas humanas y mecánicas siguen dejando una estela de dolor y luto en las familias bolivianas. Según la OMS, Bolivia es el tercer país de la región con más muertes por hechos de tránsito. La irresponsabilidad y el descontrol van sobre ruedas y aceleran a fondo en las vías nacionales.

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