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15 de febrero de 2018, 4:00 AM
15 de febrero de 2018, 4:00 AM

La Policía confirmó ayer que la segunda explosión en Oruro fue provocada el martes en la noche por una carga de dinamita, a diferencia de la primera, que tuvo su presunto origen en el estallido de una garrafa de gas licuado. Hay una serie de conjeturas, sobre todo de índole política, respecto a los supuestos móviles de los que habrían provocado la nueva tragedia. Son especulaciones peligrosas alimentadas por algunos actores incendiarios de nuestra política boliviana que deben ser despejadas en lo posible rápidamente por una investigación muy prolija y profesional. Prudencia y sumo cuidado en la difusión de información es lo que más necesitamos ahora, lo que no debe confundirse con secretismo ni censura informativa.

Las redes sociales no son malas ni buenas por naturaleza. En realidad, pueden recibir mal o buen uso. En las últimas horas fueron cuestionadas porque por ellas se propalaron audios y videos sobre la explosión del martes, que sembraron pánico en la población orureña. Hay que recomendar a la gente que las usa tener cuidado con los datos que comparten, ya que no todos son ciertos. Sin embargo, también se necesita de las autoridades una gestión de información a tiempo y precisa cuando estallan delicadas crisis como las ocurridas en Oruro. Solo así se llenarán los vacíos que a veces se cubren con rumores dañinos o malintencionados.

Pasó el Carnaval y comenzaron los preparativos del paro cívico nacional del 21-F. El Comité pro Santa Cruz tiene no solo el enorme desafío de replicar el éxito de la movilización de enero, sino de liderar la articulación de la medida en todo el país. 

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