Opinión

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2 de febrero de 2018, 4:00 AM
2 de febrero de 2018, 4:00 AM

Con el cambio climático han aumentado en el mundo los riesgos de desastres naturales. Llueve mucho donde casi nunca llovía, cae nieve donde casi nunca nevaba, hace calor donde siempre hacía frío o hay sequía donde siempre había humedad. Estos cambios bruscos nos obligan a los humanos y a nuestros gobiernos a darle la atención y la importancia a este asunto, sobre todo para mitigar el impacto de nuestros propios actos, evitar más daños a la naturaleza y reforzar la protección de ciudades, pueblos y comunidades. Si la preocupación por el tema solo aparece cuando nos golpean las catástrofes, las consecuencias siempre serán mayores y más dolorosas. Las respuestas reactivas siempre tendrán secuelas más dramáticas que la actitud proactiva frente a un problema cada año más grave. 
 
Las lluvias de estos días son de temporada, pero casi siempre nos encuentran sin la protección adecuada. Lamentablemente en una semana de precipitaciones ya hay víctimas humanas y crecientes pérdidas económicas, principalmente en algunas zonas agroproductivas. El pronóstico del tiempo es preocupante para los días que vienen y las lluvias podrían resultar más intensas cerca o en los feriados de carnaval. Que no nos agarren en plenas celebraciones y sin el auxilio necesario de parte de los servicios de defensa civil. Relajarnos puede resultar muy peligroso para todos. 
 
La historia de Reynaldo Jiménez nos conmovió a muchos. Es el inocente que vivió varios meses en la cárcel de Palmasola sin ningún motivo. Acaba de saberse que perdió su empleo y que aún no le reparan el daño que sufrió por un grotesco error judicial. 

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