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16 de diciembre de 2018, 4:00 AM
16 de diciembre de 2018, 4:00 AM

Desde 2006, el presidente Evo Morales ha recibido una veintena de títulos Honoris Causa concedidos por universidades del país y del extranjero. El último se lo otorgó en noviembre la universidad pública de Guatemala “por su enorme aporte a la justicia y ejemplo de lucha en la democratización e inclusión de los pueblos originarios del continente americano”. También lo han halagado llamándolo “Líder continental y mundial...Defensor de la paz, de la vida y de la naturaleza... gran estadista”. Pe- ro los bolivianos, sin embargo, seguimos contritos a la espera de un gesto mínimo del ‘jefa- zo’ en respeto a la democracia y a la voluntad popular. Un gesto suyo para descomprimir las tensiones y devolverle la tranquilidad y la fe a un atormentado país peligrosamente asoma- do al abismo del desencuentro y de la violencia. Que no sea mucho pedirle a nuestro tan laureado gobernante, en coincidencia con estas celebraciones de fin de año, que son de reconciliación, de paz y amor.

Ha muerto Remedios Loza Alvarado, la primera mujer de pollera que fue electa para el Congreso Nacional de 1989. Hace poco recibió la medalla Marcelo Quiroga Santa Cruz de la Cámara de Diputados y, visiblemente debilitada por el mal que le aquejaba, agradeció que la homenajearan en vida por su lu- cha en la profundización de la democracia, la igualdad de género y los derechos de las mujeres. “La vida no es eterna. No porque te has muerto es que te tienen que reconocer”, dijo entonces. Fue una tenaz y ejemplar luchado- ra que desafió a una sociedad que invisibilizaba a las clases populares. Dejando huella, la ‘comadre’ ha pasado a la eternidad.

Dirigir al mismo tiempo a The Strongest y a la Selección nacional parece haber alterado las neuronas del DT César Farías, engarzado en un nuevo escándalo público con ribetes de los bajos fondos. En Bolivia suman más los hechos bochornosos que los logros en el palmarés del irascible venezolano. Ya está de buen tamaño, señor Farías, no le ponga más candela al país futbolero tan necesitado de otros intérpretes, mensajes y acciones para volver a soñar y creer. ¡Basta ya!

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