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31 de diciembre de 2017, 20:24 PM
31 de diciembre de 2017, 20:24 PM

Con un balance más que preocupante se cierra hoy 2017 mientras el año nuevo asoma con su carga de incertidumbre. Un clima de tensiones enmarca una crisis de gobernabilidad emergente de la pérdida de credibilidad, respeto y confianza en la administración del Estado y su institucionalidad. El país soporta una creciente espiral de conflictos y una sobrecarga de demandas insatisfechas que pueden acentuarse en 2018. Para males mayores, puede llevar la marca y el sello de una intensa y feroz campaña proselitista, capaz de dejar sin cabeza al oponente político, cuando el ciudadano de a pie reclama prioridad en la gestión para que sean resueltas sus necesidades más apremiantes. Son algunos de los matices de estas fechas que no aplacan el desasosiego y la crispación de los bolivianos. 

La temporada de lluvia ha llegado con fuerza afectando, en especial, a varias regiones del departamento. Las últimas e intensas precipitaciones pluviales afectaron cultivos y provocaron desbordes y el derrumbe de una treintena de puentes municipales, dejando sin conexión a varias comunidades. Uno de los problemas más graves se registró en San Javier, que se quedó sin agua potable durante seis días antes de que el servicio sea restablecido. Frente a semejante emergencia, fue muy llamativa la demora del municipio javiereño para solicitar la ayuda necesaria a la Gobernación, que, por su cuenta, envió cisternas con agua, equipo técnico y maquinaria aliviando la situación emergente.

Nuestro exclusivo y delicioso achachairú ya es conocido y saboreado internacionalmente. Pero su santuario está en Arubai, una reserva privada de más de 500 hectáreas en cercanías de Terebinto, a 35 kilómetros de la capital cruceña, donde se cultivan hasta diez variedades. Mi recordado padre decía que el preparado con el dorado fruto era ‘el mejor refresco del mundo’ y yo coincidía plenamente con él. Habría que declarar al achachairú la ‘fruta oficial’ de Santa Cruz o algo parecido. ¿Por qué no?