Opinión

Capital oriental en asedio y el país, también

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6 de enero de 2019, 4:00 AM
6 de enero de 2019, 4:00 AM

Más allá del frenesí de las recientes fiestas navideñas y de año nuevo, es un hecho que esta Santa Cruz de la Sierra del siglo XXI en cualquier momento se transforma en esas ciudades medievales que vivían bajo asedio constante. Cada mañana no sabemos cuándo, dónde o cómo ocurrirá (o no) el bloqueo de turno, a esta altura algo casi constante y perjudicial. Parece mentira que la ‘locomotora económica’, la población citadina más grande de Bolivia, viva bajo la sombra de repetitivas malas acciones que provocan daños cuantiosos.

Muchísimas veces nos hemos referido anteriormente al tema de los bloqueos. Cuando escribía la columna Dominicus en el Diario Mayor EL DEBER (2002-2012) acuñé la palabra ‘Bloquivia’, sugiriendo –en irónica broma, claro está– que se adopte ese apelativo para nuestro país por corresponder mejor a la realidad. Y expresé que Bloquivia podría hasta tener su propio himno: “Bloquivianos el hado propicio, coronó nuestros votos y anhelos, ya podemos bloquear y bloquear...” etcétera. O algo así. Sé que la analogía choca, pero debe admitirse que representa la real realidad.

Por otro lado, veo cada vez más distante la posibilidad nacional de ser tierra de contactos si ni siquiera entre nosotros podemos contactarnos. Proyectos de corredores bioceánicos y trenes interoceánicos se alejan también, puesto que lo sucedido cotidianamente acá es de conocimiento general. Nadie querrá transitar por una región convulsionada del Cono Sur donde el bloqueo se ha convertido en vicioso hábito cotidiano.

Por lo general no hay represión ni penalidades para quienes realizan cortes de ruta. La misma impunidad ocurre cada vez que los ambulantes invaden espacios públicos con sus caóticos cierres de calles. Cuando el Gobierno –por conveniencia o necesidad propia– así lo determina, recién manda a su centralizada Policía para despejar lugares sitiados o ayudar a los gendarmes. Se ha llegado a tal permisividad que ahora cualquier grupo realiza antipáticos bloqueos, sean vecinos o gremios diversos. Y hablando de estos, el último cerco fue el de los transportistas, reclamando por el acceso de sus movilidades a diversos lugares de la capital cruceña. En otros lugares del mundo esos vehículos sí acceden a zonas urbanas, pero en horarios de madrugada con escasa circulación, bajo estricta vigilancia y con duras sanciones para quien desobedece. Acá, en Santa Cruz de la Sierra, no hay nada de eso; las fotomultas siguen sin funcionar por el interés de unos cuantos (que perjudican a muchos) y por un raro letargo municipal en la materia. Sin ley y orden no pasa nada, el caos prevalece. El aumento en el número de accidentes de tránsito prueba tristemente lo aseverado.

Poder Ejecutivo, gobernaciones y alcaldías deberían concertar acciones comunes contra bloqueos e invasión de espacios públicos en Santa Cruz y en el resto de Bolivia. ¡Ya está buena la chacota!

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