El Deber logo
17 de mayo de 2018, 4:00 AM
17 de mayo de 2018, 4:00 AM

Muy a pesar nuestro, de los problemas por resolver en el país que quedan postergados y de las malas experiencias que no logran aleccionarnos, se ha iniciado una  temprana campaña electoral hacia el 2019 o el 2020, y no de la mejor manera.

Aunque las acciones gubernamentales han sido lo más parecido a una campaña electoral permanente con sus ‘golpes de efecto, una campaña electoral de facto ha empezado a caldearse con denuncias y contradenuncias, que no por novedosas sino por su magnitud y frecuencia, están golpeándonos de manera brutal, configurando el dramático panorama que nos espera, en el que más parece un concurso de quienes son más corruptos e inútiles.  

En las noticias de cada día, los bolivianos nos encontramos con por lo menos una sobre manejos irregulares en la contratación de obras, bienes y servicios que acusan a  autoridades y funcionarios de todo nivel, sin que con la celeridad con que se convierten en escándalos podamos saber si son reales o responden a la maniobra política de descalificar y hasta destruir al adversario político, porque los oscuros caminos de la justicia en Bolivia serán los encargados de dilatar investigaciones y procesos con su trabazón de procedimientos y artificios, dejando en el camino prestigios o impunidad ad eternum.

Este panorama nos lleva a la constatación de que poco o nada se ha avanzado en la forma de hacer política, es la vieja política y más grave aún, que todos los experimentos políticos en el país se han desdibujado con el tiempo, hasta convertirse en ‘más de lo mismo’.   
Si esta es la estrategia político-electoral adoptada para alcanzar la preferencia electoral, nos preguntamos ¿qué derecho tienen los protagonistas de tales aviesos fines, a sumir a la sociedad boliviana en la desazón y desesperanza, casi ante la nada? Por cierto, lo único que se está consiguiendo es un generalizado sentimiento de asco y repudio, camino a la certeza de que hay que rechazarlos y empujar a que se vayan todos. 

No darse cuenta o no tener la capacidad de asumir que están ante una sociedad boliviana distinta, cada vez más asertiva, que gracias al desarrollo y el acceso a la tecnología está interconectada y por tanto, más y mejor informada, llevará a estos protagonistas políticos de la guerra sucia, a condenarse mutuamente. 

Tags