Opinión

Cambio de mando en Cuba

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20 de abril de 2018, 4:00 AM
20 de abril de 2018, 4:00 AM

Miguel Díaz-Canel, un ingeniero electrónico de 57 años, acaba de asumir el poder en Cuba, tras el paso al costado que – históricamente – ha dado Raúl Castro, el arquitecto de la Revolución Cubana que se inició el 1 de enero de 1959.
Se trata de un cambio fundamental con varias aristas políticas de enorme trascendencia para la vida de los 11,4 millones de cubanos, en primer lugar, y para América Latina, en general. 

La salida de Castro del poder cierra un largo ciclo, de casi 60 años, durante los cuales el castrismo liderado primero por Fidel y luego por Raúl ejerció el poder con mano dura en el marco de un régimen socialista centralizado y dominado por el Partido Comunista de Cuba (PCC).
El régimen cubano, qué duda cabe, ha logrado importantes hitos sociales que le han permitido mostrar al mundo índices de desarrollo social, especialmente, en materia de educación y salud, por demás significativos.

Sin embargo, la ineficiencia de una economía centralizada en el Estado ha llevado a tener un país estancado con una población que sufre enormes carencias por la falta de bienes y servicios básicos para el desarrollo. 

Pero el déficit mayor de la Revolución Cubana está en la falta de libertades y la conculcación de los derechos humanos, que asfixia a la mayoría de los cubanos que hoy expresan de unas mil maneras su malestar con un sistema anquilosado y falto de democracia real.

Raúl Castro y el propio Díaz-Canel lo han reconocido durante sus discursos ante la Asamblea Nacional. Falta renovación, falta apertura, falta ajustar un régimen que ha cometido grandes errores por la falta de una verdadera participación de todos los sectores que integran la sociedad cubana. Las difíciles relaciones con Estados Unidos y la Unión Europea, y una mayor integración con los países latinoamericanos, son algunos de los desafíos que tendrá que resolver Díaz-Canel desde hoy. En las últimas décadas, ha sido importante la influencia política y militar de Cuba en Venezuela, Nicaragua, Ecuador y Bolivia. Habrá que ver si Díaz-Canel continúa con esta línea y ver cómo se redefine la relación de La Habana con estos países.

¿Podrá hacerlo Díaz-Canel? Esa es la gran pregunta que, por ahora, nadie se anima a responder. Por lo pronto, encabezará un Gobierno tutelado por Raúl Castro, quien quedará como secretario general del PCC, principal instrumento del poder en Cuba. Pero también es cierto que, por primera vez, Raúl no se sentará en el Consejo de Estado, la instancia que administra las riendas del Gobierno cubano. 

Es una buena noticia que los cubanos amanezcan hoy sin el mismo nombre al frente de la Presidencia. Pero habrá que ver si los cambios propuestos ayer por Castro, un referéndum para reformar la Constitución cubana que incluya la creación de un primer ministro, son suficientes para atender las crecientes demandas del pueblo cubano. 

El mundo entero está atento a lo que ocurre en la isla más influyente de América Latina. Ojalá se corrijan esos “errores” que el mismo Raúl Castro han reconocido y, sobretodo, se avance en una mayor apertura política que lleve a Cuba hacia una verdadera democracia.

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