El Deber logo
13 de marzo de 2018, 4:00 AM
13 de marzo de 2018, 4:00 AM

Hoy en día se sigue argumentando que el cambio climático (CC) actual es parte del ciclo natural de la Tierra, o que las evidencias de que está siendo provocado por el humano son inventadas, cuando prácticamente el 100% de la comunidad científica concuerda en que es real y que se debe a factores antropogénicos. Contradecirles resulta absurdo y atrevido, denotando destellos de soberbia y arrogancia, al mejor estilo trumpesco. 

Unos pocos ‘científicos’ siguen intentando ocultar la realidad financiados por intereses plenamente económicos de grandes compañías que hacen lo posible por desinformar sobre el tema, pero incluso sus mismas publicaciones indican que están equivocados. Hay un chiste gráfico que ejemplifica muy bien estos casos, se trata de un enfurecido individuo, que mientras apunta un solitario copo de nieve, exclama: “¡El calentamiento global (un efecto del CC) es mentira!”. Lo intentan, pero ya no se puede disimular lo que está ocurriendo. 

Si bien es cierto que los gobiernos tendrán que mantener una postura estricta y firme en la lucha contra el CC para lograr la sobrevivencia de la civilización tal y como la conocemos, es igualmente necesario que la población esté correctamente informada y entienda el terrible alcance de los impactos a los que estamos encaminados en estos momentos. Así, podremos ‘recablear’ nuestro cerebro y vivir como seres respetuosos con nuestro planeta, logrando una mayor conexión con el mundo que nos rodea, sepultando la indiferencia generalizada que nos caracteriza.

Es difícil, ya que tendremos que dejar de creernos criaturas especiales independientes y dueñas del mundo, y entender que somos una parte minúscula de un sistema enorme, con un equilibrio indispensable para nosotros, pero para el cual hemos pasado de ser una especie simplemente prescindible a ser enemigos incómodos. 
Sin embargo, para la desesperanza de todos, los exiguos acuerdos que se han tomado, las obstinadas falsas creencias, la deforestación, entre otros, nos están impulsando hacia una catástrofe global sin precedencia.

Se nos acabó el tiempo, sabemos que en cualquier momento podría “explotar” todo, pero seguimos gastando esfuerzos en inútiles juegos políticos. Mucha fiesta y poca acción, le estamos dejando un mundo lleno de miserias a las generaciones venideras. Tal como el gran científico James Lovelock dijo en su libro La Venganza de la Tierra: “ya estamos tarde para un crecimiento sostenible, es tiempo de una retirada sostenible”.

Tags