Opinión

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25 de agosto de 2019, 23:11 PM
25 de agosto de 2019, 23:11 PM

 Había que respirar profundo para terminar de escuchar al ministro Juan Ramón Quintana acusando a “la derecha” de provocar un incendio deliberado en la carretera entre Roboré y Aguas Calientes. La autoridad, que lidera el gabinete de emergencia para atender el desastre causado por el fuego, consideró que si los opositores estuvieran en el poder convocarían a la cooperación internacional en un reconocimiento de incapacidad para resolver internamente el problema. Esa posición es contradictoria con la expresada por presidente Evo Morales, que se mostró abierto a recibir apoyo externo y la del canciller que anunció algunos avances, como si no hubiera una definición de línea en el Ejecutivo. El clamor popular crece y anoche tomó las calles de cuatro ciudades, además de hacerse viral en las redes sociales. El Gobierno hará bien si escucha más la voz del ciudadano.

 

 Al costo ambiental puede sumarse el costo político de la tragedia en los bosques cruceños. Los tres partidos que encabezan la intención de votos suspendieron sus campañas, pero queda un largo camino para sintonizar con quienes votarán en octubre. Hay una bronca acumulada, no solo porque las acciones desplegadas no alcanzan para controlar el fuego, sino por el daño ecológico causado, el mismo que se atribuye a una serie de normas que favorecieron la expansión de la frontera agrícola sin tomar los recaudos que eran fundamentales y ante el silencio de los opositores. Es cuando hay crisis que se conoce la talla de los líderes.

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