Opinión

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18 de marzo de 2019, 3:00 AM
18 de marzo de 2019, 3:00 AM

Que no gane la resignación frente a las malas prácticas en el Estado. Una encuesta realizada por el Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la Uagrm permite constatar que el 95% de los cruceños percibe corrupción en las instituciones y que la fe en las mismas va en caída libre cada año. La ‘coima’, la búsqueda de favores para realizar trámites o para acceder a millonarios contratos parecen institucionalizados en el aparato público. Esta percepción está instalada en todos los niveles de Gobierno y en todos los poderes. Lo peor es que nadie parece estar tomando en serio el problema. Las denuncias de casos, usadas al calor político, no alcanzan. Se precisa una revolución y eso es con voluntad política de todos.

La imagen del Tribunal Supremo Electoral se ha desmoronado, al igual que la confianza que la ciudadanía tenía en él. Renuncias, cambios de personal sin dar explicaciones y otras conductas están minando la fe de los bolivianos; se trata de una jugada peligrosa en un año de elecciones.

El periodista Simon Kuper, acaba de publicar un artículo sobre las estrategias populistas para ganar elecciones (EL DEBER, 17 de marzo). Discursos agresivos, la búsqueda de enemigos, soluciones radicales y extremas, entre otras son las acciones destinadas a conquistar apoyo del descontento. A eso se suma la información que los ciudadanos dejan en la web, que sirve para darles ofertas ‘a medida’. Frente ese embate, a los electores nos toca estar atentos. La realidad política no es la realidad ciudadana. Y quienes tenemos el poder del voto somos los ciudadanos.

Mañana es el Día del Padre y es tiempo de demostrar que se valora el aporte de ellos en el hogar. El rol paterno debe reinventarse de cara a los nuevos tiempos. Y es bueno que esa misión sea una responsabilidad compartida entre padres y madres. Desde la intimidad de la familia se puede contribuir a formar una mejor sociedad para todos.

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