Opinión

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Atroz violencia contra la mujer

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17 de junio de 2019, 3:00 AM
17 de junio de 2019, 3:00 AM

Algo pasa con los varones bolivianos. Algún desperfecto lo convierte en una persona insegura, que no puede tener una relación horizontal con las mujeres. Y probablemente de allí surge un fenómeno trágico: el país tiene uno de los niveles de violencia contra la mujer más altos del mundo.

Según una encuesta realizada en 2016 por el INE, siete de cada 10 mujeres que están casadas o están en unión libre, declararon haber sufrido violencia por lo menos una vez de parte de su pareja durante su relación. El 44% dijo haber enfrentado algún tipo de agresión, en los últimos 12 meses. Todavía es más alta la incidencia de violencia que sufren las divorciadas o separadas. En ese caso, el 88% dijo haber sufrido maltratos después de haber concluido la relación. Finalmente, entre las mujeres solteras, la mitad de ellas ha experimentado algún tipo de violencia.

El 81,2%, según esa encuesta, sufrió algún tipo de violencia psicológica; el 68,2%, violencia física; el 61,2%, violencia económica y el 48,2%, violencia sexual. Según Naciones Unidas, Bolivia ocupa el primer lugar en la violencia contra la mujer en la región. Para no hablar de los feminicidios, que sobrepasan los 110 al año, con una población de solo 11 millones de habitantes.

¿Qué pasa con los varones bolivianos? ¿Son los valores que reciben en su hogar? ¿Es el (mal) ejemplo de los padres? ¿Es la educación que reciben de la sociedad? ¿Todo ello empeora por la cosificación de la mujer que la TV alienta en sus programas y en la publicidad? ¿Y empeoran más aún con la frecuencia con la que dirigentes del MAS, empezando por el propio presidente, se refieren a ellas de manera grosera e irrespetuosa? ¿O son los valores patriarcales de los pueblos indígenas los que explican esta lacra?

Cualquiera sea la respuesta, esta es una situación terrible, que debe resolverse de alguna manera. No puede ser que tantos varones tengan una incapacidad crónica para ver a la mujer como un ser autónomo, que toma sus propias decisiones, vive su propia vida y decide por sí misma lo que es mejor para ella.

Promesas de que este tema sería analizado para ser parte de la currícula escolar han sido solo eso, promesas. Las autoridades han perdido ya una década insistiendo en aprobar leyes y más leyes que no sirven, en vez de intentar el camino de la educación y la concientización (para lo cual los medios de comunicación deberían jugar un rol central).

Pero el problema, con todo lo serio que es, no se detiene allí. Bolivia es un país donde los padres ejercen violencia contra los niños (otro ítem en el que tenemos un triste récord regional) y la intolerancia es generalizada, por ejemplo, con los homosexuales y en general con los que se perciben como distintos. Los bolivianos terminamos siempre resolviendo nuestros problemas haciendo explotar cartuchos de dinamita, apedreando autos o invadiendo con palos y piedras a una comunidad vecina. Resolver estos temas es uno de nuestros desafíos más grandes.

 

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