Opinión

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Almagro, ¿loco o de talla?

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25 de marzo de 2018, 8:00 AM
25 de marzo de 2018, 8:00 AM

Probablemente no son muchos los gobiernos que se embarullan tanto en su gestión mediática como el de Evo Morales, merced a la incontinencia verbal del presidente y de otros tantos colaboradores (es un decir) que han decidido salir a la palestra a mostrarse como ‘declaradores’ dispuestos a cruzarse con la situación que fuera para: a) demostrar al presidente que ‘son buenos y leales’ y b) ganar centímetros de medio gráfico o segundos en audiovisuales (¿aspirantes a ‘vice’?), aunque para ello deban contradecir y dejar mal parado al propio presidente.


Resulta que don Evo Morales escribió tres posts en Twitter sobre Luis Almagro: el primero acusándolo de “destrozar a la OEA por ser sumiso al Imperio” (27/04/2017); “Almagro está loco. Solo quiere derrocar y sancionar al hermano Maduro. Intervención de gobierno de EEUU a Venezuela será su responsabilidad” (27/07/2017). “Por la vida de Luis Almagro, por la democracia del pueblo latinoamericano, hay que dotarle de un siquiatra” (15/10/2017) y puedo seguir con las alusiones personales de Morales a Almagro, pero, para muestra basta un botón. 


Esta es una muestra de la inquina personal de Morales por Almagro, pero no termina ahí, el Gobierno boliviano se expresaba en el muro de Twitter de Sacha Llorenti, embajador de Bolivia en la ONU, nada menos, de la siguiente manera: "Luis Almagro carece de credibilidad, de moral y de autoridad para referirse a los asuntos internos de Bolivia, es un antilatinoamericano”, en respuesta al secretario general de la OEA, quien opinó en Twitter que Evo Morales debía respetar la voluntad del pueblo sobre el rechazo a su reelección. Este post fue antes de septiembre; en febrero desató una serie de observaciones de parte de autoridades del Gobierno que calificaron la acción como “injerencia” y “vulneración de la soberanía política”.


Pues resulta que los opositores políticos, colectivos democráticos y plataformas por el Respeto al 21-F se enfilaron a la OEA para demandar que desde esa organización se interprete el fallo del Tribunal Constitucional Plurinacional que habilitó a Morales a la reelección indefinida a finales del 2017, cosa que en principio fue criticada por el Gobierno. Sin embargo, luego nomás don Héctor Arce (el ministro de mayor presencia en medios) un día se fue para la OEA, se entrevistó con Almagro, le dejó una copia legalizada de la sentencia constitucional que habilita a Morales y hasta se la explicó (seguramente ya no había ‘injerencia’, porque le daba todo el documento para que lo lea).


No solo eso, en un artículo de EL DEBER de fecha 20 de mayo, escribió: (http://www.eldeber.com.bo/opinion/Uso-y-abuso-del-sistema-interamericano-20180319-9569.html) “Si es que los opositores tenían alguna esperanza de que el secretario general de la Organización de Estados Americanos influyera de alguna manera a su favor, deben saber que un hombre de su talla no se prestará a tal juego”; entonces, ¿en qué quedamos? ¿ Es loco, injerencista u hombre de talla?. 


No termina ahí: hace un par de días Twitter le sirvió para decir: "La Comisión de Venecia no es un órgano oficial de la OEA, ni de las Naciones Unidas, ni de la Comisión Europea. Lo que diga no representa ninguna posición oficial y no genera ningún efecto jurídico vinculante para nadie, la oposición debe dejar de mentir", como si alguien de la oposición o los medios consideraran que tal opinión (que además fue consultada por la OEA) fuera un fallo definitivo.
Sobre si la opinión es vinculante, hay algo que en el Gobierno no van a  entender nunca: se vincula la opinión al respeto a la democracia, a los valores de la misma como la alternancia, y el cumplimiento al referéndum del 21-F. Eso es inexcusable. El texto del Consejo de Venecia es digno de leerse. El propio Arce sabe de qué se trata el Consejo, porque acudió al mismo en varias ocasiones, cuando solicitó una opinión sobre el proyecto de Código de Procedimiento Penal, la Constitución de Bolivia, la Ley Orgánica del Ministerio Público y, además, la Organización apoyó la implementación de la nueva CPE.


Ya se parecen a Insulza que argumentó que los pronunciamientos de la OEA sobre el mar para Bolivia no eran vinculantes.  ¡Qué cinismo!  Hace daño. Acordate…

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