Opinión

21-F, una huella indeleble

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6 de diciembre de 2018, 4:00 AM
6 de diciembre de 2018, 4:00 AM

Era previsible. El Tribunal Supremo Electoral (TSE) procedió conforme a los dictados del poder. Habilitó al binomio oficialista con miras a las elecciones de octubre del 2019 dando luz verde a unas primarias tramposas. Un capítulo que la historia registrará como una afrenta al imperio de la ley y a la voluntad del pueblo soberano. Que quede claro, independientemente de la definición última del TSE, la lucha por la defensa del voto del 21 F, no ha sido inútil, sin tregua ni pausa, será la pesadilla que desatará el delirio paranoide de gobernantes enfermos de poder.

Si hasta hoy el grito “Bolivia dijo No”, ha sido portador de un mensaje poderoso; mañana y el año próximo con o sin zapato y bajo el mal augurio de la medalla perdida, seguirá siendo una piedra en los calcetines de Evo y sus amigos. Ellos la buscaron al desnudar, sin rubor, la intención de pisotear el resultado vinculante de una manifestación de democracia directa (referéndum), estandarte de la construcción de una democracia intercultural ahora traicionada.

Afortunadamente, el desliz del TSE y la protesta en las calles coincide con la realización de una Audiencia temática solicitada a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de la OEA por constitucionalistas de prestigio internacional a objeto de presentar la contundente argumentación política y legal contra la reelección indefinida y el despropósito de asumirla como “derecho humano” de los poderosos. Si bien la CIDH no adoptará posición alguna frente a la denuncia, el oficialismo no podrá disipar el disimulado temor a que algún día se pronuncie contra semejante impostura.

Las calles importan. Si en tiempos de dictadura la resistencia en las calles procuraba instalar un régimen democrático; en democracia, calles y redes sociales tienen la misión de defenderla del asedio de quienes nunca creyeron en ella. Que no cunda la impotencia y el desencanto en filas de quienes defienden el voto con convicción y entusiasmo.

Insisto, al sacar de la manga la payasada de las primarias, la intención oficial era desnudar la confusión y anémica condición de las fuerzas opositoras. El MAS presumirá de su musculatura orgánica, reforzada por la ciega fe de su clientela y el efecto anabólico del chantaje y promesas condicionadas al registro de firmas en el padrón partidario para simular una fortaleza aparente y disminuida. Convoquemos a toda persona registrada contra su voluntad (al MAS) a votar contra el binomio único e impuesto. Sera el NO de la dignidad, del destierro de la servidumbre colonial que impone a sus seguidores.

La huella del 21-F es indeleble, imposible de borrar. El No significa No allanarle el camino para consumar el proyecto unipartidista. No hay espacio para la frustración y el pesimismo; ni para la abstención, menos para soluciones conspirativas. El No a la reelección no ha muerto, es y será la sombra omnipresente que atormentará el ajayu del tirano en ciernes.

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