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23 de octubre de 2018, 4:00 AM
23 de octubre de 2018, 4:00 AM

Quedó descabezado el Tribunal Electoral, a pocas semanas de tener que pronunciarse sobre la inhabilitación o no de las candidaturas de Evo Morales y de Álvaro García Linera y un día después de que el vicepresidente advirtiera en una entrevista que el Gobierno hará cumplir el fallo del TCP sobre el 21-F, al margen de si los vocales deciden lo contrario. Con la renuncia de la presidenta Katia Uriona, el TSE atraviesa una profunda crisis institucional, en un momento clave para la democracia. En su corta explicación, la ex autoridad electoral atribuye su dimisión a “un estancamiento de decisiones”. Le quedó muy pesada la mochila de la enorme responsabilidad que le dio la historia. Esta segunda renuncia, los vacíos de poder y las contradicciones que estallaron en el tribunal nos dan razones suficientes para estar muy alarmados por el presente y el futuro del árbitro, más aún de la democracia.

El escupitajo al vicepresidente García Linera es un hecho reprochable e irrepetible. Corresponde una disculpa de quien incurrió en esta agresión. Se sabe que tal disculpa fue expresada por el entorno de la protagonista y aceptada por la autoridad. Por lo tanto, no conviene a nadie echar más leña al fuego por una conducta individual. Cerrado así el caso, lo deseable es que el agredido evite victimizarse y que no se involucre a toda una familia honorable y a una prestigiosa clínica en un exceso que tiene una responsabilidad individual.

Concluyó la asamblea de la SIP en Salta, con una marcada preocupación por los asesinatos de periodistas, por la situación de la libertad de prensa, sobre todo en Nicaragua, y por la multiplicación de las noticias falsas en plena era digital. Quedó también constatado que el buen periodismo tendrá larga vida.

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