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17 de julio de 2018, 4:00 AM
17 de julio de 2018, 4:00 AM

Siguen y seguirán los ecos del histórico bicampeonato de la morena selección francesa de fútbol. Algunos han marcado el origen predominantemente africano de los jugadores de la ‘Blue’. Ciertamente que es una de sus notables características, como lo fue también en la mestiza representación de Francia que ganó hace dos décadas el primer título del Mundial con Zidane y Deschamps. Los campeones tienen en sus filas a morenos, blancos, magrebíes, musulmanes, etcétera, lo que refleja la pluriculturalidad y diversidad étnica de esta gran y hermosa nación europea. La composición del equipo campeón recuerda lo que es Francia, en un mundo occidental que debate intensamente qué hacer con los migrantes. Por ahora nos quedamos con la bella imagen del eufórico festejo de Macron en el palco de Moscú y su abrazo a cada uno de los meritorios protagonistas del éxito francés.

Croacia perdió la final, pero muchos la reconocen como la mejor selección del Mundial, sobre todo por su admirable espíritu de equipo y su inquebrantable actitud de lucha. Modric se llevó el Botín de Oro de esta bella Copa y es la figura más emblemática y representativa del subcampeón, que quedará en la memoria de millones de hinchas del fútbol excelente. Se dice que el segundo pasa al olvido, pero será difícil olvidar a esta batalladora Croacia.

El Mundial permitió descubrir el liderazgo de Kolinda Grabar, la carismática y admirada primera presidenta de la historia de Croacia. La talentosa mujer, de 50 años, se ganó el cariño general por su simpleza y apego a la gente y por el ejemplo de transparencia y austeridad en cada una de sus presentaciones. ¿Y si encontramos a nuestra propia Kolinda en Bolivia? Seguro que la tenemos.

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