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7 de junio de 2018, 4:00 AM
7 de junio de 2018, 4:00 AM

Duele demasiado la chacota en la conducción del fútbol boliviano. La última incongruencia es la sorpresiva invitación de emergencia al hermano del entrenador César Farías para que dirija los amistosos de Bolivia ante Corea del Sur y Serbia. Lejos de mostrar un golpe de timón para enrumbar a nuestra selección, las primeras señales de la nueva dirigencia de la FBF son desalentadoras, por no decir indignantes. Aunque se trate de un interinato, fue un desacierto la elección de un DT que entrena también en paralelo a un equipo liguero porque se ofreció a trabajar gratis o porque goza de la simpatía del presidente de la Federación, al que aparentemente le gustaría tenerlo como definitivo, pero que evita decirlo. Peor es la última decisión de llamar apresuradamente a su hermano y traerlo de Venezuela porque así lo quiso aquí su familiar cercano. Queda un pésimo mensaje de que el fútbol de todos se maneja como si fuera el feudo de un patrón y se mueve con un bochornoso ‘compadrerío’ en vez de la necesaria meritocracia.

No justifica el error el argumento de que los dos partidos de la Verde son solo amistosos y que la improvisación la generó la anterior dirigencia de la FBF. Ciertamente que venimos de una seguidilla de desaciertos en el fútbol nacional, pero por algo se produjo el relevo dirigencial. Se esperaba un golpe de timón, pero lo que se percibe es un alarmante retroceso.

Entre los indignados por las torpezas dirigenciales está el ‘Diablo’ Etcheverry, quien convocó a no soportar más bochornos que afectan al escudo de la Verde que le tocó defender. No es cuestión de boicot regional, como argumentan los que defienden las erráticas decisiones para ocultar la improvisación y la mediocridad que tienen hundido a nuestro fútbol. 

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