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4 de marzo de 2018, 4:00 AM
4 de marzo de 2018, 4:00 AM

De un buen tiempo a esta parte, la intolerancia se cobra una suerte de ‘vendetta’ a medios de comunicación que no están alineados con los diferentes niveles de gobierno en el país y a los que pretenden someter a la censura y a la asfixia financiera con el recorte de la pauta publicitaria o dificultándoles el acceso a la información. EL DEBER es uno de esos medios que, sin embargo, viene soportando, con firmeza y la serenidad de espíritu que le conceden sus 65 años de vida, el embate de soberbios y circunstanciales empoderados y su claque. Olvidan o les cuesta entender que la búsqueda de la verdad y el compromiso con su comunidad a la que se debe son, desde sus comienzos, el norte invariable de esta casa periodística.

Los dos primeros meses del año han sido estremecedores por los casos de crueldad inaudita y extrema que tuvieron como víctimas a los seres humanos más vulnerables e indefensos, los niños. Entre enero y febrero se registraron en diferentes ciudades bolivianas siete infanticidios y otros hechos más de maltrato grave como el que tuvo lugar en la cárcel de Palmasola, donde una niña era abusada por sus propios progenitores. El penoso recuento podría ser mayor con los abusos que no son conocidos y/o denunciados. Este dramático cuadro de situación nos lleva a concluir que algo terrible está pasando en la sociedad boliviana.

Desde este lunes 5 de marzo, los japoneses serán los primeros del planeta en tener un sistema (Easy Ride) de taxis autónomos que promete revolucionar la industria del transporte en las próximas décadas. Son taxis sin taxistas los que servirán a los ciudadanos del Sol Naciente, incluso con servicios puerta a puerta. Simplemente habrá que utilizar el smartphone para solicitar el coche sin conductor. Acá todavía no hay acuerdos para implementar el taxímetro, para sacar los cacharros de circulación, para ordenar las paradas, para respetar los semáforos ni para nada de nada...

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