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16 de enero de 2018, 4:00 AM
16 de enero de 2018, 4:00 AM
Apurado por las movilizaciones
de protesta que no cesan, el presidente abrió ayer el Código Penal al debate con las organizaciones que rechazan sus artículos, a tiempo de aclarar que todavía no rige hasta 2019. Lo acompañaron durante el anuncio los dirigentes de Conalcam, la otrora poderosa entidad que no ha podido esta vez controlar cómodamente la resistencia a las decisiones del Gobierno, como ocurría antes. Pese a que el comunicado de Evo Morales busca descomprimir la creciente conflictividad, los movilizados no aceptan levantar sus medidas hasta que el mandatario disponga la abrogación. Hay desgaste y mucho sacrificio, pero la desconfianza pesa más, ya que el aparente ablandamiento presidencial parece entenderse como otra “estrategia envolvente” para desmovilizar. Aunque Morales parezca ahora tener voluntad de diálogo, el problema es que los sectores dudan de su palabra. El debate y la difusión que propone cuando muchos están movilizados debió hacerse antes de la aprobación del Código. Evo tendrá que dialogar mucho y convencer para que el país retome la normalidad que queremos. 

 

En medio de tanta
carga emocional de estos días, algunos políticos  están cometiendo errores con las teclas de sus celulares. Será difícil olvidar la crítica de la ministra de Salud a “los churrascos” del paro cruceño o la mención de las “botas militares” por una opositora. Es mejor calmar los dedos en Twitter. 

 

Más allá de la política,
 no nos olvidemos de los estragos que han comenzado a provocar las lluvias. Un plan de prevención y de atención de emergencias vendría bien ahora.  

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