Begoña Gómez es objeto de esta investigación por los vínculos que estableció, en el ejercicio de su profesión, con empresas que negociaban ayudas públicas o participaban en concursos públicos

25 de abril de 2024, 12:46 PM
25 de abril de 2024, 12:46 PM

Begoña Gómez, la esposa del presidente del Gobierno español Pedro Sánchez, ahora en el centro de la atención mediática desde el anuncio de la apertura de una investigación judicial en su contra, había acompañado la carrera de su marido de manera discreta pero mostrándole complicidad.

"Somos un equipo, como equipo remamos juntos", aseguró en 2016 esta mujer de larga cabellera rubia en una televisora.

La pareja volvió a subrayar su unidad después de que la justicia anunció el miércoles que se la investigaba por "corrupción" y "tráfico de influencias", a raíz de una denuncia presentada por una organización próxima a la extrema derecha.

"Denuncian a Begoña no porque haya hecho algo ilegal, ellos saben que no hay caso, sino por ser mi esposa", afirmó Pedro Sánchez en la carta en la que se dio hasta el lunes para "reflexionar" sobre su dimisión.

"Muchas veces se nos olvida que tras los políticos hay personas. Y yo, no me causa rubor decirlo, soy un hombre profundamente enamorado de mi mujer que vive con impotencia el fango que sobre ella esparcen día sí y día también", añadió Sánchez.

Captación de fondos

Nacida en 1975 en Bilbao, en el País Vasco (norte), Begoña Gómez es objeto de esta investigación por los vínculos que estableció, en el ejercicio de su profesión, con empresas que negociaban ayudas públicas o participaban en concursos públicos.

Según el medio digital El Confidencial, Gómez "se reunió en privado" con el consejero delegado del Grupo Globalia, propietario de la aerolínea Air Europa, cuando ésta negociaba un plan de rescate con el Gobierno de Sánchez. 

En aquel momento, Gómez dirigía IE Africa Center, fundación vinculada a la escuela de negocios madrileña IE University, que, según El Confidencial, había firmado un acuerdo de patrocinio con Globalia en 2020. Dejó este cargo en 2022. 

La esposa de Pedro Sánchez es licenciada en Marketing por la universidad privada madrileña ESIC y tiene un máster en Dirección de Empresas. A lo largo de los años, se ha especializado en la captación de fondos, sobre todo para fundaciones y ONG.

Su carrera la ha llevado a ocupar diversos puestos de responsabilidad, como en Inmark Europa, una consultora empresarial, y en un departamento de la Universidad Complutense de Madrid. 

Una carrera que esta activista de izquierdas, regularmente al frente de las manifestaciones del Día de los Derechos de la Mujer, el 8 de marzo, no quiso abandonar tras la llegada de su marido a la jefatura del gobierno en 2018.

Víctima de "bulos"

Pareja desde principios de los 2000 de Pedro Sánchez, al que conoció en la fiesta de cumpleaños de un amigo común, Begoña Gómez acompañó el ascenso político de su marido esforzándose en no exponerse demasiado en los medios.

En España, una monarquía parlamentaria en la que el rey es el jefe de Estado, no existe un rango protocolario para los cónyuges de los jefes de gobierno. Esto permite una relativa discreción. 

Sin embargo, esta reserva no impide a la pareja, padres de dos hijas adolescentes (Ainhoa y Carlota), aparecer juntos en las noches electorales.

"Gracias a ella, soy mas vitalista", confió hace unos años el dirigente socialista, que ha denunciado en diversas ocasiones los "bulos" permanentes de los que es objeto su esposa.

Al igual que Brigitte Macron en Francia y Michele Obama en Estados Unidos, Begoña Gómez ha sido víctima de "fake news" en las redes sociales que insinuaban que era un hombre. 

Otras publicaciones afirmaron erróneamente que había sido destituida de su cargo por la Universidad Complutense. 

La izquierda ha salido en defensa de la esposa del presidente del Gobierno ante lo que que considera una campaña de desinformación.

Begoña Gómez es "una mujer moderna, profesional, independiente e inteligente", declaró el jueves la número dos del gobierno, María Jesús Montero, estimando que la derecha preferiría que se quedara "en casa" y al margen "de la vida pública".