Las violaciones y las agresiones contra las mujeres impiden la eliminación de esta enfermedad. Casi un millón de personas mueren por el virus cada año. La ONU alerta por la complacencia respecto de este mal

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19 de julio de 2018, 4:00 AM
19 de julio de 2018, 4:00 AM

Las infecciones y muertes por el sida en el mundo siguieron su línea descendente en 2017, según datos difundidos ayer, pero la violencia machista contra las mujeres está frenando este proceso, en particular por la prevalencia de las violaciones.

Así lo alertó el director ejecutivo de Onusida, Michel Sidibé, en la presentación de su informe anual, en el que alertó de la “complacencia” por los logros alcanzados en la lucha contra el sida, que se traduce en menores compromisos de los donantes para financiar programas en los países más pobres, sobre todo en África.

“No podremos vencer esta epidemia si una de cada tres mujeres sigue siendo víctima de violencia física o sexual”, subrayó Sidibé.
En el África subsahariana -donde viven 25,7 de los 36,9 millones de personas con el virus del sida- las mujeres representan tres quintas partes de las nuevas infecciones, dijo.

Esas cifras cobran un eco particular cuando se sabe que en  África austral y oriental (un 53% de los contaminados por el VIH) entre 2010 y 2017 se redujeron un 30% las nuevas infecciones y un 42% los muertos por la enfermedad.

En el mundo, el descenso en las infecciones en ese periodo fue del 18%, y del 5,3% solo en 2017, con 1,8 millones de personas el pasado año, frente a los 3,4 millones del pico registrado en 1996.

En cuanto al número de muertos, disminuyó un 5% el pasado año hasta 940.000, lo que significa un 51% menos que en el máximo registrado en 2004.

La principal razón es la ampliación de la cobertura de los tratamientos antirretrovirales, de forma que al terminar el ejercicio pasado los recibían 21,7 millones de personas, cinco veces y media más que 10 años antes.
“Nadie habría creído hace unos años” que se podía llegar a esas cifras, resaltó Sidibé, que al mismo tiempo llamó la atención porque “somos en parte víctimas de esos resultados”, en primer lugar porque hay “una caída de las inversiones”.

Tratamientos más asequibles  
Casi tres de cada cinco portadores del virus del sida en el mundo tienen acceso a tratamientos antirretrovirales, una proporción récord, según el informe anual de Onusida, que advierte, empero, de que la falta de financiación hace temer un rebrote de la epidemia. En 2017, 21,7 millones de personas tenían acceso (frente a 19,4 millones en 2016), de un total de 36,9 millones infectadas (frente a 36,3 millones), según la instancia de la ONU encargada de la lucha contra la enfermedad.

El año pasado, 940.000 personas en el mundo murieron debido a enfermedades ligadas al sida (990.000 en 2016), según cifras publicadas previamente a la conferencia internacional del sida en Ámsterdam (23-27 de julio).

En comparación con 2005, el peor año de la epidemia, 1,9 millones de muertes estuvieron relacionadas con la enfermedad, y solo dos millones de enfermos, de un total de 30 millones, tenían acceso a los tratamientos. Entonces “nadie hubiese podido creer que pondríamos a 22 millones de personas bajo tratamiento en 2018. Es un sueño”, dijo el director ejecutivo de Onusida, Michel Sidibé.

Con carácter general, la probabilidad de estar contagiado con el VIH (el virus del sida) entre los hombres homosexuales es 28 veces mayor que entre los heterosexuales, la de quienes se inyectan droga es 22 veces mayor y la de las prostitutas, 13 veces mayor. Un 47% de los nuevos infectados en el mundo son componentes de esos grupos o sus parejas, señala el estudio.

 

La cultura patriarcal no se terminará solo con una ley

Paola Cortés Martínez / Abogada y feminista

Los derechos de las mujeres son derechos humanos que se vulneran a diario. En Bolivia contamos con la Ley 348 que, a pesar de sus limitaciones, tipifica el delito de feminicidio, lo cual se puede considerar un avance, pero cuya eficacia depende de que el sistema judicial la aplique sin mirar rostro, cargo ni billetera del violento, y su eficiencia del presupuesto estatal que se le asigne. 
Pero no basta la ley para acabar con la violencia machista, existe toda una estructura que perpetúa el dominio del varón sobre la mujer, que no permite el avance en la lucha contra la violencia e impide el reconocimiento pleno de los derechos de las mujeres. La violencia machista no es otra cosa que una forma de disciplinamiento que la cultura del patriarcado impone a las mujeres que se atrevieron a ser un poco más libres. La violencia constante es un ajuste del sistema para que las mujeres sigan siendo las “socias secundarias” de la sociedad.
 

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