Ante el avance de los demócratas para la Cámara de Representantes, Donald Trump concentró toda su artillería en el Senado. El voto de los hispanos será clave en algunos distritos. Trump teme el inicio de un juicio político en su contra

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6 de noviembre de 2018, 4:00 AM
6 de noviembre de 2018, 4:00 AM

A dos años del inicio de su gestión, Donald Trump se juega a todo o nada en las elecciones de medio término en las que están habilitados para votar más de 230 millones de estadounidenses.

Ante una posible derrota a manos de los demócratas en la Cámara de Representantes (Diputados), donde se renovarán las 435 bancas que la integran, el mandatario reconoció que su prioridad está en evitar una caída en el Senado, donde está en disputa un tercio de la Cámara Alta. Además, la pelea electoral definirá las gobernaciones de 36 estados de la Unión.

De esta forma, y aunque no figure en las boletas, la votación de hoy será un referéndum sobre la Presidencia de Trump, que agitó el miedo a los migrantes y violencia para ganar a los votantes ultraconservadores.

En la Cámara de Representantes, los republicanos disponen actualmente de una cómoda mayoría (236 curules contra 193 demócratas, con seis vacantes). Para recuperar el control de la Cámara, los demócratas deben ganar 23 bancas adicionales. Una treintena de los curules anticipan una lucha muy cerrada, según las encuestas. Los nuevos representantes iniciarán un mandato de dos años a partir de enero de 2019. Los demócratas llevan ventaja en las encuestas, pero el resultado está abierto.

Además, en el Senado, que cuenta con 100 bancas (dos por cada uno de los 50 estados de la Unión), se disputan 35 escaños.

Los republicanos ostentan una ajustada mayoría de 51 contra 49. Pero la disputa electoral se anticipa difícil para los demócratas, pues deben defender 26 bancas, seis de las cuales se ven amenazadas, contra solo nueve de los republicanos. Los senadores se eligen por seis años y también asumen en enero próximo.

Finalmente, se renovarán prácticamente todos los parlamentos locales, los gobernadores de 36 estados así como numerosos cargos (alcaldes, jueces, sheriffs...). Los electores también se pronuncian por una cantidad de iniciativas locales.

¿Respaldo o voto castigo?

La elección podría tener gran repercusión, pues por más de 150 años el partido del presidente raramente ha escapado a un voto castigo, y el oficialismo republicano podría perder la mayoría de la Cámara de Representantes.

Si los demócratas se hacen con el control de la Cámara Baja, aumenta considerablemente la posibilidad de que se inicie un ‘impeachment’ contra Trump.

También encabezarían las comisiones parlamentarias que podrían ahondar las investigaciones sobre la presunta colusión entre el equipo de campaña de Trump y Rusia durante la carrera presidencial de 2016.

Si además los demócratas se alzan con el control del Senado, podrían bloquear eventuales nombramientos de Trump a la Suprema Corte, el sistema judicial federal o cargos ejecutivos, pues la Cámara Alta tiene la última palabra para confirmar esas designaciones.

Consciente del peligro, Donald Trump movilizó a sus electores con mítines en ocho estados –Florida, Ohio, Georgia, Indiana, Misuri, Montana, Tennessee y Virginia Occidental– en menos de una semana.

En estados conservadores como Kansas o Carolina del Sur, los candidatos republicanos no tienen motivos para distanciarse del presidente, muy popular entre el electorado local. Pero en las circunscripciones donde la pelea entre republicanos y demócratas es cerrada, Trump puede ser un factor tóxico.

Los candidatos de su partido intentan concentrar su campaña en el sólido crecimiento económico mientras que los demócratas se enfocan en las polémicas políticas migratorias, de salud o comercio que impulsa el mandatario.

Las estadísticas revelan que las elecciones de medio mandato no atraen multitudes. De acuerdo con la oficina de censos, solo el 41,9% de los electores acudieron a las urnas en las de 2014, contra el 61,4% en los comicios nacionales (presidenciales y legislativas) de 2016. No obstante, en esta ocasión la participación podría batir récords debido a la fuerte movilización de los opositores a Trump, especialmente entre los jóvenes.

 

Las elecciones legislativas profundizarán la polarización

Edmundo Paz Soldán

Escritor y analista internacional

 

Han sido semanas de disonancia cognitiva: la economía norteamericana sigue mejorando sus cifras de empleo y ahora solo un 3,7% de la fuerza laboral está desempleada; el Partido Republicano podía haberse presentado a las elecciones sacando pecho por esos números.

Sin embargo, ante encuestas que indican un más que probable triunfo del Partido Demócrata, con la recuperación de la Cámara de Representantes (Diputados), Trump prefirió caldear el ambiente con el tema de la inmigración y el racismo, proponiendo no conceder la ciudadanía automática a los hijos de indocumentados que nacen en el país y enviando tropas a la frontera a detener la –según él– inminente invasión de la “caravana migrante”.

Ni los muertos en una sinagoga ni las bombas enviadas a la oposición fueron suficientes para detener su retórica.

El Partido Demócrata todavía no encuentra a los líderes capaces de enfrentarse a Donald Trump, pero al menos ha recuperado a votantes que lo habían abandonado, sobre todo las mujeres universitarias de la clase media; ganar la Cámara Baja puede ser el punto de partida necesario para contrarrestar a Trump en 2020.

Más allá de los reacomodos, estas elecciones legislativas profundizarán la polarización del país, con un mundo urbano cada vez más disgustado con Trump, y las áreas rurales y los suburbios atados al discurso nativista republicano.

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