Uruguay y Chile son los menos corruptos de América Latina. Bolivia, Honduras y Paraguay quedan en el puesto 29. La corrupción es la mayor preocupación en la región

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30 de enero de 2019, 4:00 AM
30 de enero de 2019, 4:00 AM

Uruguay y Chile son percibidos como los países latinoamericanos menos corruptos, mientras que en sus antípodas se encuentran Venezuela y Nicaragua, señaló ayer en un informe Transparencia Internacional (TI), que se dice “preocupada” por la involución en la región.

El Índice de Percepción de la Corrupción, que suspende el 67% de los 183 países analizados, otorga 70 puntos a Uruguay (puesto 23) y 67 a Chile (puesto 27) sobre un máximo de cien, por los 18 y 25 de Venezuela (168) y Nicaragua (152). La tabla la lideran Dinamarca y Nueva Zelanda, con 88 y 87 enteros, y la cierran Somalia y Siria, con 10 y 13.

Entre medias, Costa Rica (56), Cuba (47), Argentina (40), Panamá (37), Colombia (36), Brasil, El Salvador y Perú (35), Ecuador (34), República Dominicana (30), Bolivia, Honduras y Paraguay (29), México (28) y Guatemala (27).

La situación de la lucha contra la corrupción en América Latina es “preocupante”, alertó en una entrevista con Efe la presidenta de TI, la argentina Delia Ferreira, quien denunció que hay una “clara tendencia” a “restringir el espacio de la sociedad civil” en una región en la que proliferan líderes autoritarios y populistas.

La fotografía regional comienza con el “gran problema” que supone Venezuela, un país en una “crisis humanitaria producida por la corrupción” y donde todas las instituciones han sido infiltradas por el estado, describió Ferreira.

El documento también incluye los nubarrones sobre Nicaragua, México y Guatemala, y el riesgo que supone que referentes regionales como Estados Unidos y Brasil encumbren a presidentes como Donald Trump y Jair Bolsonaro, así como los destellos de optimismo procedentes de Ecuador, El Salvador y Argentina.

En Nicaragua “el régimen ha cooptado totalmente” las instituciones, en Guatemala el gobierno ha transformado los organismos en “perritos falderos” que solo atacan a los opositores, y en México la corrupción cabalga desatada por la infiltración del crimen organizado en la política.

Brasil, convaleciente aún de los casos “Lava jato” y Odebrecht, se encuentra en una situación “muy preocupante” por la llegada de Bolsonaro, cuyas primeras medidas han sido elevar los controles a las organizaciones no gubernamentales y debilitar la ley de acceso a la información pública.

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