Tres intentos de votación fueron insuficientes para lograr la aprobación del Parlamento inglés a su acuerdo con la Unión Europea. El bloque europeo e Irlanda temen un Brexit duro, sin acuerdo con la UE

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25 de mayo de 2019, 4:00 AM
25 de mayo de 2019, 4:00 AM

Visiblemente emocionada y con la voz quebrada, la primera ministra británica Theresa May anunció ayer su dimisión, reconociendo su incapacidad para hacer aceptar el acuerdo negociado con Bruselas y dejando al Reino Unido bajo la amenaza de un Brexit brutal, sin acuerdo con la Unión Europea (UE).

“Lo intenté tres veces”, pero “no fui capaz” de lograr que el Parlamento aprobase el acuerdo de divorcio, afirmó ante las cámaras de televisión frente a la puerta del número 10 de Downing Street, su residencia oficial en Londres.

La jefa de gobierno conservadora, que llegó al poder en julio de 2016 tras la renuncia de su predecesor David Cameron por la inesperada victoria del Brexit en el referéndum, quería a toda costa sacar a su país de la UE con un acuerdo amplio, pero desde hacía meses estaba cada vez más sola y debilitada políticamente.

“Creo que era correcto perseverar incluso cuando las posibilidades de fracasar parecían altas, pero ahora me parece claro que en el interés del país es mejor que un nuevo primer ministro lidere ese esfuerzo”, agregó al borde de las lágrimas.

May dejará el cargo el 7 de junio, tras recibir al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien visitará Reino Unido del 3 al 5. La semana siguiente comenzará el proceso para designar a su sucesor, que será nombrado antes del receso parlamentario, el 20 de julio.

Numerosos aspirantes deberían lanzarse en los próximos días a esa carrera. De momento, anunciaron sus ambiciones el ministro de Relaciones Exteriores, Jeremy Hunt, y su predecesor, Boris Johnson.

Este último, un controvertido defensor de cortar claramente los puentes con la Unión Europea, llamó inmediatamente al país y al Partido Conservador a “unirse y cumplir con el Brexit”.

Callejón sin salida

Tras el referéndum de junio de 2016 en que 52% de británicos votó a favor de poner fin a 45 años de integración europea, el Reino Unido debía haber abandonado el bloque el 29 de marzo.

Tras año y medio de arduas negociaciones con la UE, May había logrado en noviembre firmar con sus 27 socios europeos un Tratado de Retirada que en 585 páginas recoge las condiciones de la salida británica, desde la factura de 39.000 millones de libras (casi 50.000 millones de dólares) que tendrá que pagar Reino Unido hasta los derechos de los europeos que residen en el país.

Pero ante el tozudo rechazo del Parlamento al acuerdo negociado por May, que los diputados tumbaron tres veces, el Brexit fue pospuesto en dos ocasiones, la segunda hasta el 31 de octubre a más tardar.

Euroescépticos, a la carga

Los Tories deben “aprender la lección o morirán”, afirmó el eurófobo Nigel Farage, líder del Partido del Brexit, considerando que May “juzgó mal” los deseos de los británicos y de sus compañeros de formación al insistir en mantener una estrecha relación con la UE.

La anunciada victoria de Farage en las elecciones europeas que el Reino Unido celebró el jueves, pero cuyos resultados no se conocerán hasta mañana, y la posibilidad de que un euroescéptico duro reemplace a May vuelven a poner sobre la mesa la posibilidad de un brutal Brexit sin acuerdo.

“El Brexit duro parece en estas circunstancias una realidad casi imposible de frenar”, estimó la portavoz del gobierno español, Isabel Celaá.

Sobre todo, habida cuenta que la UE no está dispuesta a renegociar el texto que May no logró hacer aceptar a euroescépticos ni proeuropeos.

El presidente estadounidense, Donald Trump, dijo sentirse “mal” por el fracaso de May, aunque en el pasado había criticado la forma en que se negociaba el Brexit.

Lo que se viene con el Brexit

Preocupado por la amenaza de que un Brexit sin acuerdo conlleve la reinstauración de la conflictiva frontera entre su país y la provincia británica de Irlanda del Norte, el primer ministro irlandés, Leo Varadkar, advirtió que la situación puede ser “muy peligrosa” para Irlanda.

La posibilidad de un Brexit brusco preocupa también, y mucho, a los medios empresariales británicos, que desde hace meses sufren caídas de ingresos y cierre de proyectos.