A un sismo de 6,1 grados le siguió otro de 7,5 grados Richter, al que le sucedió un tsunami. Miles de casas, carreteras y edificios fueron arrasados por las aguas

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1 de octubre de 2018, 4:00 AM
1 de octubre de 2018, 4:00 AM

Las autoridades de Indonesia elevaron ayer a 832 la cifra de muertos por los seísmos y el tsunami que sacudieron la islas de Célebes el viernes, mientras se abre paso la ayuda a las víctimas, condicionada por la amplia destrucción.

El portavoz de la Agencia Nacional de Gestión de Desastres (BNPB), Sutopo Purwo Nugroho, señaló en una rueda de prensa en Yakarta que 821 personas murieron en Palu y las restantes 11 en el distrito de Donggala.

Palu es la capital de la provincia de Célebes Central, tiene una población de 350.000 habitantes y es la zona más castigada por el tsunami, seguida por Donggala, con unos 277.000 habitantes y situado a unos 30 kilómetros al noroeste de la primera.

Sutopo explicó que aunque continúan cortadas las comunicaciones con Donggala han podido recibir informes sobre estas muertes.

Al listado oficial hay que sumarle 540 personas hospitalizadas y 16.732 desplazados, todos ellos víctimas de una catástrofe que comenzó con un sismo de 6,1 grados al que le siguió, tres horas después, un terremoto de 7,5 grados y un inesperado tsunami.

Sutopo informó de que hay cinco extranjeros, de los 71 que saben que se encontraban en Palu el viernes, en paradero desconocido: tres franceses, un surcoreano y un malasio.

Las autoridades creen que el ciudadano surcoreano forma parte de las 50 o 60 personas que quedaron atrapadas en el interior del hotel Roa Roa de Palu cuando se derrumbó a causa de la catástrofe. Los equipos de rescate empezaron ayer a sacar supervivientes de entre los escombros de este establecimiento hotelero, una operación que no pudo abordarse antes por la falta de maquinaria pesada.

El presidente de Indonesia, Joko Widodo, llegó ayer a Palu vestido con uniforme militar de faena para reunirse con las autoridades y visitar hospitales y la playa de Talise, donde el tsunami se llevó a su paso las estructuras y vehículos de la costa y llegó hasta una mezquita, ya dañada por el terremoto, entre los gritos de los residentes.

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