El Gobierno brasileño bloqueó la entrega de fondos federales al sistema universitario. Se interrumpen las investigaciones. El mandatario descalificó a los miles de manifestantes que rechazan la política de ajuste. Se viene un paro general

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16 de mayo de 2019, 4:00 AM
16 de mayo de 2019, 4:00 AM

Decenas de miles de estudiantes y profesores de todo Brasil protestaron ayer contra los bloqueos de recursos para la educación anunciados por el gobierno de Jair Bolsonaro, que atribuyó la agitación a la manipulación de “idiotas útiles” por activistas de izquierda.

Las huelgas y los actos fueron convocados por sindicatos de estudiantes, de profesores y del personal de servicio de universidades federales y colegios secundarios. Numerosas instituciones de enseñanza privada se sumaron a esta primera gran ola de contestación contra las políticas del exmilitar ultraderechista, que asumió el 1 de enero.

Las consignas apuntaron igualmente contra la reforma del sistema de jubilaciones -considerada esencial por el Gobierno para enderezar las cuentas públicas- y contra la reciente ordenanza de Bolsonaro que flexibilizó el porte de armas.

Algunos sindicalistas ven la jornada de ayer como un ensayo de una huelga general convocada para el 14 de junio contra la reforma de las jubilaciones.

“Mi arma es el libro. Pero, desgraciadamente, la educación no es una prioridad y donde faltan cultura y educación, sobra violencia”, dijo a la AFP la escritora Alessandra Roscoe en la marcha de Brasilia.

En San Pablo, las autoridades cerraron la Avenida Paulista, una de las principales arterias de la capital económica de Brasil, copada por manifestantes en su mayoría jóvenes, animados por una banda musical y coreando consignas como “Saquen las manos de la educación” y “Libros sí, armas no”.

“O paran esos recortes o paramos Brasil”, gritaban los manifestantes alrededor de un camión de sonido en la Paulista.

En Río de Janeiro, varias universidades montaron tiendas en la Praça XV, con la consigna “la clase hoy es en la calle”.

Según fuentes policiales, había 15.000 manifestantes en Brasilia y 20.000 en Belem (norte). Los organizadores señalaban al menos 70.000 en Salvador, la capital del estado de Bahía, en el corazón del nordeste que en las elecciones de octubre se mantuvo fiel al encarcelado expresidente de izquierda Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010), votando por su delfín Fernando Haddad.

En varias ciudades se vieron pancartas y camisetas con la inscripción “Lula libre”.

Los actos se desarrollaban con poca presencia policial y en un ambiente de tranquilidad, aunque se señalaron algunos incidentes. En Porto Alegre (sur), la policía dispersó con gases lacrimógenos a grupos de jóvenes frente a la universidad Federal de Rio Grande do Sul (Ufrgs).

Planes de ajuste

Las protestas denuncian los planes del ministro de Educación, Abraham Weintraub, de bloquear recursos, incluyendo el 30% del presupuesto no obligatorio de las universidades federales. La medida compromete miles de becas para estudiantes, así como el pago de las cuentas de luz, agua, servicios de limpieza y seguridad.

El Ejecutivo alega que no se trata de recortes definitivos, sino de una congelación de fondos habitual en todas las áreas cuando los ingresos previstos son inferiores a los contemplados por los presupuestos.

Weintraub, convocado por la Cámara de Diputados, explicó que el nuevo gobierno “no es responsable del desastre de la educación básica brasileña” y advirtió que la “autonomía universitaria no es soberanía. Las universidades tienen que respetar las leyes”.

Bolsonaro, al ataque

El presidente brasileño optó por confrontar a los manifestantes, acusándolos de ser “idiotas útiles”.

“La mayoría es militante (...) Son unos idiotas útiles usados de masa de maniobra por una minoría habilidosa que compone el núcleo de las universidades federales”, dijo el presidente desde Dallas (Texas), donde hoy será homenajeado por la Cámara de Comercio Brasil-Estados Unidos.

Esas declaraciones hirieron el orgullo de los manifestantes que insisten en la defensa de la educación.

Banderas por la Educación

“Tengo una maestría y un posdoctorado en energía; si alguien es idiota en esta historia no soy yo. Sin ciencia no hay salud ni trabajo. Estamos aquí luchando para que Brasil siga produciendo conocimiento. Sin dinero, no hay conocimiento”, dijo Mariana Moura, de 38 años, investigadora en el Instituto de Energía de la Universidad de Sao Paulo.

Desde la llegada de Bolsonaro al poder, la educación se convirtió en un terreno de conquista designado para los sectores más radicales del electorado ‘bolsonarista’, decididos a extirpar cualquier vestigio de “marxismo cultural” de las aulas.

Bolsonaro ya había provocado otro acalorado debate en abril, al anunciar que su gobierno consideraba recortar los fondos públicos asignados a los campos de filosofía y sociología en las universidades.