No logró formar Gobierno por la falta de acuerdo entre conservadores, liberales y verdes. Temen por el ascenso de la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD),  

El Deber logo
21 de noviembre de 2017, 12:11 PM
21 de noviembre de 2017, 12:11 PM

La crisis que atraviesa la canciller Angela Merkel refleja el final de la "excepción" alemana, un país que durante mucho tiempo parecía inmune a las turbulencias políticas y al azote populista.

 

Estabilidad es la palabra clave, anclada en el ADN alemán de posguerra, sea en la moneda o la vida política, que durante mucho tiempo vivió al compás de la cultura del consenso y del compromiso entre partidos, que se extiende hasta lo económico y lo social.

 

Un gobierno "estable es nuestra marca de fábrica, el 'made in Germany'", dijo el martes el brazo derecho de la canciller, Peter Altmeier.

 

Y es con estupefacción que los alemanes descubren que se está dando vuelta a una página: el nuevo gobierno aún no apareció luego de las legislativas de septiembre, marcadas por la atomización del paisaje político y un avance histórico de la extrema derecha.

 

"Nos enfrentamos a una situación nunca vista en la historia de la República Federal de Alemania, esto es en 70 años", subrayó el lunes el jefe de Estado, Frank-Walter Steinmeier.

 

A la espera de eventuales elecciones anticipadas, la primera potencia económica europea va a estar políticamente ausente. Para Thomas Kleine-Brockhoff, vicepresidente del instituto German Marshall Fund, "un terremoto político golpeó a Alemania".

 

Judy Dempsey, de la fundación Carnegie Europe, dice incluso que "Alemania se convirtió en el nuevo problema de Europa, haga lo que haga Merkel".

 

"Hay que olvidarse ahora que este país, dirigido por Merkel, es previsible y estable", agregó en un análisis. Esto en momentos en que la Unión Europea (UE) se enfrenta al Brexit, a las tendencias autoritarias en algunos países miembros del este, a las aspiraciones independentistas de Cataluña o a una crisis económica que aún amenaza.

 

Durante décadas Alemania vivió una apacible alternancia entre los conservadores del CDU, dirigido actualmente por Angela Merkel, y los socialdemócratas del SPD. El partido liberal FDP zanjaba a la hora de formar gobierno.

 

Pero las cosas comenzaron a complicarse en la izquierda del tablero político a partir de los años 1980 con la irrupción de los Verdes en el Parlamento, y luego en los años 1990 con los sucesores del partido comunista de Alemania del Este, entre ellos la izquierda radical actual Die Linke.

 

Este año comenzaron las complicaciones en la derecha. El CDU y su aliado bávaro CSU tuvieron siempre la ambición de evitar que aparecieran nuevas formaciones.

 

Pero el descontento de parte de la opinión luego de la llegada de más de un millón de solicitantes de asilo favoreció a la extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD), que logró a fines de septiembre ingresar en el Bundestag.

 

'Versión alemana del Brexit'

 

Así estalló el dique que parecía impedir que un partido nacionalista pudiese ingresar en el Bundestag debido al pasado nazi de Alemania.

 

Al mismo tiempo, el liberal FDP, otrora partido eurófilo y moderado, logró su reconversión y regresar al Parlamento con un programa con acento antieuropeo y antiinmigración. Un posicionamiento claramente a la derecha del CDU, que ocupa un espacio que dejó libre la política centrista de Merkel.

 

"La canciller desplazó su partido hacia la izquierda cuando el país se movía hacia la derecha", estimó un miembro del entorno del CDU que pidió el anonimato.

 

El domingo los Liberales rompieron con las costumbres y no dudaron en crear un vacío político inédito en el país poniendo fin a las negociaciones para formar un gobierno.

 

"La crisis de la democracia parlamentaria, que transformó profundamente el sistema partidario de numerosos países occidentales, llegó a Alemania, es la versión alemana del Brexit, de (el presidente estadounidense Donald) Trump", estimó el semanario Der Spiegel.

 

Para Thomas Kleine-Brockhoff "Alemania se normalizó de manera espectacular los últimos meses, para bien o para mal". Es el "fin de una fase de 'excepcionalidad' alemana" y "Europa deberá vivir durante mucho tiempo sin el efecto tranquilizador de una Alemania estable".