Chisako Kakehi engañó a sus parejas para que estas tomaran cianuro y poder así heredar sus bienes y pagar sus deudas

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8 de noviembre de 2017, 12:12 PM
8 de noviembre de 2017, 12:12 PM

La asesina en serie japonesa conocida como "la viuda negra de Kioto" fue condenada el martes a la pena de muerte por el asesinato de su marido y dos de sus parejas, así como por el intento de asesinato de un conocido, entre los años 2007 y 2013.

Chisako Kakehi, de 70 años, engañó a sus parejas para que estas tomaran cianuro y poder así heredar sus bienes y pagar sus deudas, según la sentencia emitida hoy por el Tribunal del Distrito de Tokio.

Los fiscales definieron los asesinatos de Kaheki como "atroces y raramente vistos" y sostuvieron que la acusada se encuentra en plenas facultades para responder ante sus crímenes, aunque la defensa argumentó que sufría demencia.

Kaheki asesinó a su marido de 75 años, Isao, y a sus parejas de 71 y 75 años, Masanori Honda y Minoru Hioki, e intentó asesinar a un conocido, de 79, llamado Toshiaki Suehiro, obligándoles a beber cianuro.

Apodada por los medios locales como la "viuda negra", Kaheki preparó los documentos notariales para sus parejas de modo que ella se convirtiera en la heredera y después administró a los hombres el cianuro en forma de bebida para la salud, según han concluido los jueces.

La japonesa fue arrestada en Noviembre de 2014 acusada del asesinato de su marido Isao, quien murió en la casa conyugal en Muko, al sur de Kioto, un año antes.

Kaheki se casó por primera vez con 24 años y creó junto a su esposo una compañía de telas en Osaka (oeste) que, tras la muerte de este, entró en banca rota.

Después, la mujer se registró en un servicio de búsqueda de pareja en el que pedía encontrar un marido rico, concretamente, con una renta anual de diez millones de yenes (75.600 euros).

De este modo, se unió a unas 10 parejas de las que habría heredado cerca de un billón de yenes (7,5 millones de euros), aunque siguió buscando a otros hombres acuciada por las deudas.

El juicio, que se inició en junio, es el segundo más largo de este tipo que ha vivido Japón y tras 135 días, pone fin a uno de los casos de asesinato más mediáticos en el país nipón en los últimos años

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