El expresidente brasileño, preso por un delito de corrupción, decidió dar un paso al costado luego de que fracasaran todos los intentos para habilitarlo para los comicios de octubre

El Deber logo
11 de septiembre de 2018, 15:39 PM
11 de septiembre de 2018, 15:39 PM

Fernando Haddad escuchó en tercera fila el histórico discurso con el que Lula se despidió horas antes de entrar a prisión, en abril pasado. Ni los mayores elogios, ni los agradecimientos más sentidos fueron para él, pero a partir de este martes el correcto exalcalde de Sao Paulo asume el reto más delicado de su carrera política: sustituir al líder del Partido de los Trabajadores (PT).

Casi al filo del plazo dado por la justicia electoral, Lula (2003-2010) dio luz verde para que quien fuera su ministro de Educación en los años dorados de sus gobiernos asuma una misión que muchos ven casi imposible. 

"Por la tarde, saldrá una carta del presidente Lula, en la que coloca a Fernando Haddad como candidato, como su representante", dijo el senador Lindenbergh Farias, del Partido de los Trabajadores (PT), en un video colgado en su cuenta de Facebook.

El video fue filmado ante la cárcel de Curitiba (sur) donde el líder de la izquierda purga desde abril una pena de 12 años y un mes de cárcel por corrupción pasiva y lavado de dinero. Será también a proximidad de la cárcel, instalada en la sede de la Policía Federal (PF), que Haddad leerá la carta hacia las 15H00 locales (18H00 GMT), ante la militancia y la dirección nacional del PT.

 

Ni la cárcel, ni los escándalos que detonaron a su Partido de los Trabajadores (PT) o la crisis económica bajaron al patriarca de la izquierda del primer puesto de los sondeos. 

Pero el medido Haddad, un abogado y exprofesor universitario de 55 años criado en Sao Paulo, no es Lula, y ahí están las encuestas para recordárselo. Pese a haber mejorado, solo un 9% de los electores le eligen por el momento como su candidato, según el sondeo Datafolha publicado este lunes. Y apenas le quedan cuatro semanas para convencerles.

 

 

Carrera   

No es la primera vez que este descendiente de libaneses, que asegura haber aprendido tanto de la vida en la tienda de telas de su padre como en la universidad, arranca mal una elección. Su perfil no era el más cotizado cuando se planteó competir por la alcaldía de Sao Paulo en 2012, y acabó ganando. 

Aquellos, sin embargo, eran otros tiempos. Los del inicio del gobierno de Dilma Rousseff (2011-2016), todavía bajo los destellos de aquel Brasil que se comía el mundo de la mano de Lula y que parecía no tener techo. 

Pero lo tuvo y el propio Haddad sufrió el golpe en su despacho del corazón financiero de Sao Paulo, del que tuvo que salir cabizbajo en 2016 tras la humillante derrota en las municipales ante el empresario liberal Joao Doria.  

Muy criticado tras las manifestaciones de 2013 desencadenadas por el alza de los transportes, cayó en la primera vuelta, dejando otro doloroso revés para el PT pocos meses después de la destitución de Rousseff. Aunque siempre supo que regresaría a primera línea. 

"No soy una persona ansiosa, espero que las cosas pasen para tomar decisiones. Soy un ser político, en el sentido de ser participativo de la vida pública, desde los tiempos de la facultad", afirmó en diciembre de 2016, preguntado por el diario El País sobre una posible candidatura nacional.