Este domingo se celebra el Día del retrete, una fecha instaurada por la Organización Mundial de la Salud (OMS)

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19 de noviembre de 2017, 13:14 PM
19 de noviembre de 2017, 13:14 PM

El 60 % de la población mundial no cuenta con instalaciones sanitarias adecuadas, una causa de contaminación ambiental y enfermedades infecciosas, particularmente entre los niños, que se ven privados de la oportunidad de crecer en un entorno saludable y que preserve su dignidad.

Estas carencias obligan a 892 millones de personas en el mundo a defecar al aire libre y que sus heces se queden en los campos y cerca de corrientes de agua, ríos y lagos, lo que supone una gran amenaza para la salud de las personas y el planeta, recuerda la Organización Mundial de la Salud (OMS) al celebrarse hoy el Día Mundial del Retrete.

La amenaza es doble: de una parte están los 700 millones de niños menores de cinco años que mueren cada día por diarrea causada por la mala calidad del agua, falta de servicios de saneamiento e higiene; y por la otra, la degradación que provoca que el 80 % de las aguas residuales terminen en la naturaleza sin tratamiento previo.

También se ha evidenciado que la degradación del medio ambiente contribuye de manera importante al retraso en el desarrollo de los niños en los países más pobres.

La OMS señala que el Día Mundial del Retrete ha sido designado para sensibilizar sobre la crisis mundial de saneamiento y fomentar medidas para solucionarla, conforme se ha establecido en los Objetivos de Desarrollo Sostenibles que tienen como horizonte el año 2030.

Para ese entonces, de acuerdo con el compromiso asumido por los Estados miembros de la ONU, todos los habitantes del planeta deberían tener acceso al saneamiento básico, se debería reducir a la mitad la cantidad de aguas residuales no depuradas y aumentar su reutilización como combustible o fertilizantes.

Para ello, los excrementos humanos deben ser depositados, transportados, tratados y eliminados de una manera segura y sostenible.

Asimismo, la ONU recuerda que el agua y saneamiento deficientes cuestan a los países en desarrollo unos 260.000 millones de dólares al año, lo que equivale al 1,5 por ciento de su Producto Interior Bruto (PIB).
 En cambio, cada dólar invertido en esta área genera cinco gracias a la mejora de la salud y de la productividad de las personas.

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