La visita de Francisco sigue tensa por las demandas sociales, esta vez, del pueblo mapuche. El pontífice pidió por las víctimas de la dictadura de Augusto Pinochet

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18 de enero de 2018, 4:00 AM
18 de enero de 2018, 4:00 AM

El papa Francisco viajó ayer a Temuco, en la región chilena de la Araucanía, para una jornada en la que el pueblo mapuche y sus reivindicaciones fueron protagonistas, pero a los que el pontífice durante la misa que celebró les instó a poner fin a la violencia.

El pontífice quiso celebrar misa en esta región, cuna de este pueblo originario, pero también la más pobre y conflictiva de Chile, y durante la homilía destacó que “la defensa de la cultura del reconocimiento mutuo no puede construirse con base en la violencia y destrucción que termina cobrándose vidas humanas”.

“No se puede pedir reconocimiento aniquilando al otro”, fue el mensaje que lanzó.

La ceremonia había comenzado con una rogativa de una representación de los mapuches vestidos con sus trajes tradicionales y Francisco también en su homilía la inició hablando en mapudungún, la lengua de este pueblo originario: “Mari, Mari” (Buenos días) y continuó “Küme tünngün ta niemün” (La paz esté con ustedes).

Ante decenas de miles de personas, agradeció poder haber visitado la Araucanía, alabó su belleza pero también subrayó que está “llena de pena y dolor”  Para ello utilizó un verso de la canción de Violeta Parra: “Arauco tiene una pena que no la puedo callar, son injusticias de siglos que todos ven aplicar”.

Y al respecto también recordó que en este aeródromo de Maquehue “tuvieron lugar graves violaciones de derechos humanos”, en referencia a que en este lugar hubo un centro de detención y tortura durante los años de la dictadura.

“Esta celebración la ofrecemos por todos los que sufrieron y murieron, y por los que cada día llevan sobre sus espaldas el peso de tantas injusticias”, señaló.

Se esperaba cerca de 400.000 fieles en esta ceremonia, pero según las autoridades acudieron a la misa unos 150.000 y tampoco se pudo observar una amplia representación de los aproximadamente 300.000 mapuches de la región.

El resto de la homilía, Francisco la dedicó al tema elegido para esta misa, el de la unidad de los pueblos, en un momento de constante tensión en la Araucanía.

Aseguró que “la unidad no es un simulacro ni de integración forzada ni de marginación armonizadora” y que “la riqueza de una tierra nace precisamente de que cada parte se anime a compartir su sabiduría con los demás”.
Destacó la necesidad de que cada pueblo aporte sus riquezas y deje de lado “la lógica de creer que existen culturas superiores o inferiores”.

El prelado también invitó a los pueblos originarios a ser “artesanos de la unidad”, para pasar después a condenar la violencia, en una clara referencia a los ataques incendiarios registrados en la noche del martes y la madrugada de ayer, y a los últimos episodios en esta región.

Francisco dijo que existen dos formas de violencia que amenazan los procesos de unidad y reconciliación.
La primera, citó, “es elaborar acuerdos que nunca llegan a concretarse y que es violencia, porque frustra la esperanza”, y el segundo es el uso de la violencia.

“La defensa de la cultura del reconocimiento mutuo no puede construirse con base en la violencia y destrucción que termina cobrándose vidas humanas. No se puede pedir reconocimiento aniquilando al otro, porque esto lo único que despierta es mayor violencia y división”, argumentó.

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